TRIBUNA
La verdad asusta
EN UN ARTÍCULO mío, publicado en esta misma sección de Tribuna el día 15 del presente mes, decía que el contenido del libro «Castilla y León, el proceso autonómico», editado por la Fundación Villalar no era más que un paso adelante en la planificación perfectamente organizada para la destrucción de todo vestigio de la identidad leonesa. Normalmente, en mis artículos suelo aportar argumentos que avalen mis escritos. En esa oportunidad no fue así porque el tema principal era el posible pacto de gobierno en el Ayuntamiento de León entre la UPL y el PP. Considerando que el libro citado tiene más importancia de lo que parece, quiero aportar hoy los argumentos que entonces no incluí. Por supuesto, me ratifico en lo dicho en mi anterior escrito, añadiendo además que el libro es un auténtico engendro histórico desde la primera a la última página. En el prólogo, escrito por el catedrático de Valladolid, Pablo Pérez López, aparece la primera manipulación, que es la base de todo el contenido del libro. Dice el señor Pérez López «...la Historia, tal como hoy la conocemos, se ha conformado en buena medida durante el siglo XIX». Cuando Atapuerca ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por el interés que tiene para los científicos, que desean conocer el origen del hombre, un catedrático de Historia desprecia la evolución y conocimientos de miles de años y asegura que la verdadera Historia empezó el siglo XIX. Para este señor, la evolución de los pueblos, sus obras, no tienen ningún valor. Por ejemplo, la catedral de León, San Isidoro, la Fundación de la Universidad de Salamanca, la primera en España, etcétera, no significan nada; sólo es importante la Historia a partir de la aparición del caciquismo harinero vallisoletano. ¿Sería capaz el señor Pérez de decir eso en público en Barcelona o Madrid?. Tal vez, el catedrático no se refiera a la Historia en sí, sino a la creación de la nueva identidad castellanoleonesa, que nunca ha existido. Continuando con el contenido del libro, encuentro otras manipulaciones tan significativas como el prólogo y del mismo estilo. Por ninguna parte aparecen las palabras leonés o leonesa como si no existieran o fueran palabras malditas. Me recuerda la desaparición de la letra «v» del vocabulario vascuence. El escritor vasco, Resurrección María Azcue, dijo que la «v» era una letra indecente y tenía que desaparecer y desapareció. Por el motivo que sea, la palabra leonés tiene que desaparecer y ha desaparecido. En su lugar se pone castellanoleonés o simplemente castellano El libro, sin duda, contiene una gran cantidad de datos y opiniones de escritores y políticos casi todos del entorno de Valladolid y su Universidad. Por ninguna parte aparecen datos relativos a la existencia de alguna forma de la identidad leonesa, de su Historia, de su Geografía, de la región. Sorprende la manipulación en la falta de datos u opiniones contrarias a las favorables a la región e identidad castellanaleonesa. En cambio, cuando aparecen datos del segoviano y castellanista Anselmo Carretero Jiménez, automáticamente incluye críticas contrarias con la intención de desvirtuar las opiniones del señor Carretero. Hay que reconocer que todo muy bien planificado para desprestigiar los argumentos del famoso historiador segoviano. Hay algo muy sorprendente y de difícil explicación. En la amplia bibliografía no aparecen historiadores tan emblemáticos como Ramón Menéndez Pidal y Julio Caro Baroja, famosos, sobre todo, por sus conocimientos de la Historia de España. No puedo menos de entender que se ha renunciado expresamente a incluirlos por la evidente dificultad en combatir sus escritos. Es muy sospechoso. ¿Cómo se podría criticar sin hacer el ridículo el contenido del libro El Imperio Hispánico y los cinco Reinos de don Ramón? Lo mismo se puede decir de aquellas palabras escritas por Caro Baroja en su libro Los Pueblos de España : «Díficilmente se podrá encontrar en toda Europa una región en la que los elementos de la cultura moderna se hallen tan en armonía con los datos de un pasado remoto como León». ¿Se puede alegar algo a las palabras de don Julio? Por si todos estos argumentos no fueran suficientes para demostrar la absurda manipulación histórica del contenido del libro de Mariano González Clavero, aún puedo añadir uno más, que, a mí personalmente, me asombra y me ratifica en mis afirmaciones. Me refiero a la ausencia total en su bibliografía de, tal vez, el más insigne historiador castellanista, Fray Justo Pérez de Urbel. No es comprensible. Si alguien escribió mucho y bien de Castilla y mal de León, ése fue Pérez de Urbel. Si alguien apreció las grandes diferencias de toda índole entre León y Castilla, ése fue Pérez de Urbel. Cabe pensar que ese conocimiento y afirmación de la identidad leonesa, diferente en casi todo de la castellana sea el motivo de que no aparezca ni una sóla línea de Fray Justo. Yo, así lo creo. Penoso. Lo menos que se le puede exigir a un historiador es la verdad. Escribir historias inventadas o manipuladas, medias verdades, o simplemente mentiras, es reirse de los lectores. La verdad asusta, la verdad no gusta cuando es un obstáculo para la consecución de unos fines deshonestos. Está muy claro, el contenido del libro escrito por Mariano González Clavero y editado por la Fundación Villalar, pretende la destrucción total de todo aquello que sea un referente a lo leonés y a su propia identidad. Las pruebas son evidentes. Sin embargo, ése no es el fin último. Los que han planificado ese libro no lo han hecho para despreciar a un pueblo por alguna supuesta venganza, los beneficios serían muy pobres. Lo que se persigue, el fin último, es el hundimiento moral de un pueblo para poder oprimirlo con el fin de seguir beneficiándose de sus recursos económicos indispensables para el desarrollo continuo de Valladolid. Así ha sido durante los últimos veinte años. Según palabras del propio autor, el libro es una texis doctoral aprobada por la Universidad de Valladolid. Esta Universidad concede títulos para que alguien borre el pasado del pueblo leonés y lo sustituya por uno nuevo que nunca ha existido. Hasta aquí hemos llegado, una Universidad dando títulos por manipular la Historia de León.