La resaca

LA COMPARECENCIA de Aznar ante la comisión de investigación sobre el 11-M ha resultado ser poco relevante. Nada, o casi nada, se dijo que no se supiera. Lo que sí se ha constatado, una vez más, es el divorcio que existe entre la tarea parlamentaria y la ciudadanía en general: el desinterés por la inabarcable sesión fue manifiesto. Y las síntesis confirman unas impresiones que ya existían y que acreditan que la verdad -sobre la imprevisión, sobre las marrullerías de la víspera electoral, sobre los vínculos entre diversos terrorismos, sobre la lealtad de éstos o aquéllos a los grandes principios- no está en las declaraciones tajantes de unos ni de otros: permanece difusa y ambigua, al alcance de la opinión pública, que la ha interiorizado hace tiempo.