Pierde la política

UNA PURA RENUNCIA es la vida del eterno concejal De Francisco, según ayer dijo él mismo, para a continuación hacer un llamamiento a todos los que en estos últimos dieciocho años han pasado por su despacho en el Ayuntamiento a pedir un puesto de trabajo o cualquier otro favor a concentrarse el viernes frente al Ayuntamiento para echarle un capote durante el debate de la moción de censura en previsión del chaparrón popular que se teme. A mucho habrá tenido que renunciar para tardar veinte años, y los que vengan si las urnas se lo siguen permitiendo con el partido que quiere fundar de cara a las próximas elecciones municipales. Quien no renuncia es el próximo y de nuevo alcalde Mario Amilivia, otro incombustible que todavía no se afeitaba cuando entró en la vida pública y se resiste a que otro grupo de clásicos de su partido lo apeen de la política en el próximo congreso provincial del PP. Quienes sí renunciaron fueron dos concejales de su lista que no estaban dispuestos a ejercer de oposición, el deportista Manuel Martínez y el arquitecto Cecilio Vallejo, que obligarán al futuro regidor a afrontar el resto de la legislatura con suplentes. No parece de fiar quien constantemente glosa sus supuestas virtudes ni quien ha hecho de la política su único medio de vida conocido pasado y presente. La política es una actividad en principio noble y necesaria; es la renuncia durante un tiempo a parte de la vida propia para trabajar por el bien común, y cuando se invierten estos factores quien pierde es la política.