DESDE LA CORTE
Moratinos, insalvable
MIGUEL ÁNGEL Moratinos es un buen tipo. Se le nota en su aspecto físico, orondo y bonachón. Pero tiene un problema: la lengua. Le falló la lengua, qué le vamos a hacer. Y ayer, aunque dio multitud de explicaciones durante una hora, aunque pidió disculpas por las formas, ha demostrado que ese problema le acompañará durante mucho tiempo. Como había anunciado Josep Piqué, que ha demostrado que conserva fuentes en el Ministerio de Exteriores, buscó en los archivos del departamento y encontró los papeles que ayer reveló en el Congreso: telegramas, declaraciones y artículos para tratar de probar el apoyo de Aznar al golpe de Venezuela. ¿Lo consiguió? A mí me pareció que, desde un punto de vista dialéctico, sólo desde ese punto de vista, no estuvo brillante, pero salió bastante bien del lío en que se había metido. Aprovechó estos diez días para armarse de disculpas y pocas razones para intentar llevar el debate a un perfil bajo: Aznar no instigó el golpe, pero lo apoyó, que parece un pecado más venial. Y no admite más error personal que haberlo dicho en televisión. Ninguna de esas cosas puede «colar» en un partido tan herido como el PP. Es mucho para quien le quiere, como Zapatero; pero poco para quienes siguen escandalizados por sus palabras. Por eso, desde el punto de vista político, estuvo insuficiente. Convenció a los dispuestos a ser convencidos, pero no convenció al PP, que acudió al Congreso dispuesto a no darse por satisfecho con las explicaciones. Es más: tengo la sospecha de que el partido de Rajoy no habría aprobado nunca a Moratinos; en ningún caso; ni aunque hubiera abjurado de toda su declaración. El cuerpo le pedía explotar y aprovechar al máximo este episodio para reforzar su papel de oposición. Como diría un cronista de fútbol, pasado todo, la situación queda peor que antes de comenzar el partido: las dos grandes fuerzas políticas, más enfrentadas; el ministro, deteriorado en su imagen, aunque no prospere la reprobación del Partido Popular, porque ha demostrado poca solvencia; el gobierno, con otro de sus miembros desprestigiado; la política exterior, herida, porque se ha visto que todo papel archivado en ese ministerio es susceptible de ser utilizado según el interés del ministro; y la política interna, envenenada, porque se han cerrado puertas al diálogo. Si el presidente del Gobierno mira ese panorama, podrá mantener a Moratinos un tiempo prudente; el necesario para que pasen los ecos de la reprobación. Pero difícilmente puede mantenerlo de ministro de Exteriores toda la Legislatura. Aunque haya convencido a todos los grupos, salvo al PP. Este buen hombre, al que respeto por su biografía, ha caído en menos de un minuto. Exactamente en 59 segundos.