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Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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HOY SE debate la moción de censura que volverá a colocar en el sillón de corregidor de León a Mario Amilivia. Se apoya en dos patas tránsfugas para sostener el cambio. Hace solamente quince días, la mayoría que controla el Partido Popular de León lo consideraba un cadáver político y un dirigente amortizado. Sin embargo, gracias al pacto con José María Rodríguez de Francisco y avalado por el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, Mario ha resucitado. Durante los doce días transcurridos desde que se hizo público el acuerdo, ninguna de las dos partes firmantes del pacto -el Partido Popular y Rodríguez de Francisco, acompañado por Covadonga Soto- se han dignado explicar a los leoneses cuáles son las condiciones de ese acuerdo. Nadie en León se cree que a José María Rodríguez de Francisco le entrara de repente un ataque de amor gratuito a Mario Amilivia, al PP y a la Junta de Castilla y León. Ni siquiera asumiendo que hay amores que matan. Todo el mundo en León piensa y sospecha que en ese acuerdo hay gato encerrado. Un amigo del alma, que acaba de dejar la presidencia judicial, cuando no veía alguna cosa clara, siempre concluía: «Aquí hay gatomaquia». Es la gran sospecha de los leoneses. Tienen derecho a saberlo porque por medio de ese acuerdo se va a administrar el presupuesto, que es tanto como decir los impuestos de todos los leoneses. Desde otro punto de vista, hay también lenguas de doble filo entre la mayoría del PP que sisean en voz baja: No le arrendamos las ganancias a Mario Amilivia con un Rodríguez de Francisco de socio indispensable y sin recambio. Y, además, en unas condiciones políticas en las que Rodríguez de Francisco no tiene nada que perder. Él mismo está dando por finalizada su carrera política. Antes intentará llevarse por delante, como un huracán, todo lo que salga a su paso. Dos años y medio en esas condiciones servirán para demostrar si Mario Amilivia es un resucitado o se convierte en un «zombi» teledirigido por el, a partir de hoy, su socio Rodríguez de Francisco. No hay leonés que haya leído o escuchado sus desencuentros y ahora sea feliz al verles, dicho sea en metáfora, en la misma cama. Hoy, en fin, se consuma la moción de censura y el cambio de alcalde. Quízá la que no deseaba la ciudadanía. En todo caso, la explicación sobre el pacto tendrán que darla. Y pronto. Si no lo hacen pronto será peor. En León todo, de una manera o de otra, se termina sabiendo. Existe una intoxicación de bandolería callejera para hoy. Sería penoso. Ninguna de las tres partes en cuestión pueden avalarla. Yo hubiera deseado que otra noticia de alcance mundial fuera capaz de amortiguar la moción de censura municipal. No ha podido ser. Deseaba con todo mi cariño y afecto que Antonio Gamoneda, finalista del Premio Cervantes, se lo hubiera metido en el bolsillo. El jurado, sin embargo, se lo otorgó a Rafael Sánchez Ferlosio, al que no me une el frío ni las cenizas de Gamoneda.

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