Diario de León

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Publicado por
MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ GONZÁLEZ
León

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DESDE la Plataforma Pro-Identidad Leonesa queremos destacar que el manifiesto iniciado por el profesor Francisco Carantoña y apoyado por 800 firmas entre las cuales que se encuentran insignes historiadores, no hace referencia al contenido del libro. Estamos de acuerdo con la libertad de expresión y de cátedra y tampoco compartimos la declaración de «persona non grata» a su autor. Queremos reiterar que no estamos denunciando una tesis doctoral, por muy discutible que sea su contenido, sino un libro editado por la Fundación Villalar, que a su vez ha sido creada por la Junta de Castilla y León para fomentar sus «señas de identidad regionales» y que está recibiendo para este fin importantes fondos públicos. Únicamente nos preocupa que ese manifiesto se tergiverse o malinterprete, de forma que sea utilizado para hacer creer a la opinión pública que los firmantes suscriben lo que en este libro se afirma. Es indudable que el propósito de promover las señas de identidad regionales de Castilla y León profundizando en sus raíces históricas choca con el gran inconveniente de que nunca existió una región de Castilla y León, sino dos regiones de León y de Castilla desde siempre diferenciadas. No es extraño entonces que para lograr ese objetivo sea necesario ocultar la división regional española hasta finales del siglo XIX, sustituir la mención a estas regiones por una región castellanoleonesa e identificarla posteriormente con Castilla. Lo leonés se convierte así en un adjetivo de Castilla. Esto es precisamente lo que hace el libro «Castilla y León: el proceso autonómico» editado por la Fundación Villalar con el pretexto de hacer un recorrido por el polémico proceso autonómico del ente castellanoleonés. Hemos acudido al Procurador del Común y le hemos entregado un escrito con el que apoyamos nuestra denuncia (y que enviaremos a quien nos lo solicite: proidentidad_ leonesa@yahoo.es ) en la línea de un conjunto de reclamaciones que hemos venido realizando a esta institución desde 1996 exigiendo respeto a la Identidad Regional Leonesa por parte de la Junta de Castilla y León. El próximo paso será realizar una queja al Defensor del Pueblo denunciando a la Junta de Castilla y León que, utilizando como instrumento la Fundación Villalar, está destruyendo el patrimonio histórico y la identidad del Pueblo Leonés para sustentar un extraño concepto de Castilla fundamento de la actual comunidad autónoma de Castilla y León. A este proyecto la Junta de Castilla y León está dedicando ingentes recursos económicos y académicos. Por otra parte, dice el profesor Celso Almuiña que una tesis «sólo se combate con otra mejor». Tengo serias dudas de que esa tesis, cuando surja, sea publicada por la Fundación Villalar o por la Junta de Castilla y León. En cuanto a las numerosísimas citas en las que León es identificada con Castilla y se niega la diferenciación regional entre León y Castilla, citas por otra parte ni rebatidas ni contrastadas, debo decirle que también el autor, Mariano González Clavero realiza la misma confusión y se posiciona claramente en este sentido a lo largo del libro. Es llamativo que cuando cita a autores que diferencian León de Castilla, el autor las complementa con textos como: «es conveniente recordar la crítica de García Fernández en torno a este decreto [30/11/1833] y la artificiosidad con la que había criticado unas regiones después denominadas históricas» (p. 295, II). «La obra de Luis Carretero tuvo continuación en su hijo Anselmo Carretero, sin embargo, ésta no dejó de estar exenta de polémica. Las críticas a los planteamientos de Carretero han venido de varios frentes: la historia (Sánchez-Albornoz, Palomares,...), la geografía (García Fernández), la historia económica (García Sanz,...) Pese a todo, los planteamientos de Luis Carretero tendrán repercusión en el proceso autonómico castellanoleonés.» (p. 37, I). «Crespo Redondo hace una dura crítica a estos planteamientos [León tiene derecho a una autonomía propia porque tenía unas características culturales, económicas, históricas y sociales singulares y que tanto el Reino de León como la provincia leonesa estaban plenamente diferenciados del resto de las regiones] y los define como «propios de una mentalidad localista, de corte provinciano, que contempla problemas importantes y generales desde un punto de vista sumamente corto y particular»»( p. 181, I). Una de las citas en las que se identifica a la «región castellanoleonesa» con Castilla es de Celso Almuiña, y también evidencia como el autor comulga con esa confusión. Está en la p. 44 del tomo I, cuando el autor habla sobre la «incierta configuración territorial de la región castellanoleonesa» y que ilustra con el párrafo: «al enfrentarnos con el ámbito territorial castellano desde una perspectiva histórica lo primero que podemos afirmar es que estamos ante una «región abierta» o, si se prefiere ante distintas formas de entender lo castellano y, por ende, Castilla. Hasta desembocar en la actual (1983) Comunidad Autónoma de Castilla y León [¿] nos encontramos con ámbitos geohistóricos bien distintos» («el regionalismo castellano» de Celso Almuiña). Como se puede comprobar, hemos pasado de la primera página, hemos leído la totalidad del libro, hemos detectado que su objetivo es justificar la castellanidad de León y así lo hemos denunciado ante los medios de comunicación, ante el Procurador del Común y así lo haremos también ante el Defensor del Pueblo y todas las instituciones españolas e internacionales que quieran escucharnos.

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