Diario de León
León

Creado:

Actualizado:

SI PILAR entornara ahora la puerta de la redacción discutiríamos un rato sobre lo que la figura de Marco Aurelio puede enseñar, en catadura moral, a los políticos que se baten por sillones y despachos municipales, aunque ella no se olvidaría, por supuesto, de aderezar la conversación con las tremendas fechorías que prepararon a este emperador romano su esposa, Faustina, que siempre le fue infiel, y su hijo Cómodo, un auténtico criminal, que, sin embargo, le sucedió en el gobierno del imperio. Hablaríamos del solsticio de invierno y saldrían a relucir los ojos de Santa Lucía y esa costumbre de los pueblos agrícolas de hacer predicciones sobre el clima del año venidero con las cabañuelas. Y seguro, seguro, diría que la relación entre el ramo leonés y el abeto de los países nórdicos es un común canto a la naturaleza y de la universalidad de lo local. Pero Pilar se fue para encontrarse ella misma con el solsticio y no entornará más la puerta. Se fue con cinco años y medio arrancados a la enfermedad gracias a sus ganas/garras para vivir. Cuando aquel mes de abril su cuerpo se batió entre la vida y la muerte durante más de veinte días una canción de Jobim - A Felicidade - me recordaba que «la tristeza no tiene fin, la felicidad, sí». Para el adiós, otra canción -de Rubén Blades- confirma que la vida «te da, te quita, te quita y te da». Maestra vida . Tal vez el secreto es saber recibir lo que la vida te da incluso en las peores circunstancias. Y en esto Pilar fue una maestra para la vida y para nosotros. Adiós, guapa.

tracking