Diario de León

DESDE LA CORTE

Una declaración muy dudosa

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FERNANDO ÓNEGA
León

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SE PUSIERA como se pusiera, el presidente Zapatero salía al ruedo con una desventaja: era inevitable la comparación con Aznar, y eso machaca al más pintado. Aunque no haya convencido a muchos, Aznar fue una apisonadora de convicciones. ZP, en cambio, es un político de circunloquios. Puede tener razón, pero le da tantas vueltas que acaba facilitando el penalti de la oposición. Aznar, además, tuvo la fortuna de encontrarse con unos interlocutores blandos o sin ganas. Zapatero tuvo enfrente a un Zaplana poco lucido y torpe en la repregunta, pero correoso y con un cuestionario que parecía una sucesión de trampas. Después de tantas horas de diálogos, frases hechas, cuestiones reiteradas hasta el hastío y otras formas de perder el tiempo, mantengo una duda: ¿Debió comparecer el Presidente ante esta Comisión? Después de escuchado, sólo le encuentro una ventaja: nadie le puede reprochar que ha rehuido el desafío. Pero nada más, porque no hubo aportación de datos sustanciales a la investigación, ni nadie los podía esperar: el señor Zapatero, aunque a veces pareciera lo contrario, no era más que el líder de la oposición el día del atentado. A cambio de eso, es dudoso que haya aumentado su liderazgo social. Es posible que haya demostrado algunas carencias: no es buen polemista, todavía no tiene recursos para escapar de las preguntas incómodas, y hace un discurso tan complejo que a veces parece que le han repetido el folio. Es probable que haya empeorado las relaciones con el PP después de acusarlo de «engaño masivo», una acusación que cayó como una bomba dicha por todo un presidente del Gobierno sobre su antecesor. Y es seguro que, para muchos simpatizantes del PP, ayer se asistió al entierro del talante. Los funerales se hicieron con esa opinión del engaño y con otra denuncia nada menor: los archivos borrados en los ordenadores de La Moncloa. Con tales frases por delante, mal se puede pedir un pacto de estado contra el terrorismo internacional. Y si embargo, ésa es la gran propuesta de futuro: pacto de estado, más ayudas a las policías y la promesa elemental en un jefe de gobierno: «Se va a investigar todo, y ojalá pronto conozcamos todos los nombres». Para dejar esos mensajes, ¿tenía que someterse el presidente del Gobierno a la erosión de los interrogatorios de ayer? ¿Era inevitable su declaración, sólo para dar opiniones personales, pero sin datos nuevos que aclaren la investigación? Sigo expresando mis dudas. Para mí la larga y tediosa sesión de ayer sólo le ha servido a Zapatero para dos cosas: para demostrar que ya conoce la asignatura del terrorismo y que no le llamen cobarde. Es un buen balance para un hombre. Pero escaso, si ese hombre es el presidente de la nación.

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