Cerrar
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

Creado:

Actualizado:

¡QUÉ ASOMBRO oír esa voz en ese ámbito! No están acostumbradas las orejas parlamentarias, ni las paredes, que dicen que también oyen. El dolorido y exacto discurso de Pilar llegó a todos los corazones -me refiero a todos los que hospeden ese músculo liso al que tantas cosas se le atribuyen- y emocionó a tirios y troyanos, incluso a los que no tienen más nacionalidad que su conveniencia. Pilar Manjón, nada menos que toda una mujer, se tragó las lágrimas, pero no los argumentos. ¿Quién podía hablar detrás de ella? Hasta Demóstenes hubiese hecho el ridículo, no digamos nuestros parlamentarios, que son autistas más o menos locuaces. La portavoz de la Asociación de Víctimas, Pilar Manjón, juntó sollozos inevitables con razones irrefutables. Huérfana de hijo, era como una Mater Dolorosa que explicase sus motivos a un cónclave de Pilatos. Creo que hasta los leones de guerrero bronce enjugaron un lagrimón. No recordaban tanta verdad y tanta pena en lo que tantas veces ha sido escenario de mezquinas trifulcas. El 11-M está siendo utilizado para enarbolar muertos y asestar con ellos golpes a los enemigos políticos. Han convertido el campo santo en campo de batalla. Los sepultureros barren para adentro. Los sorprendidos por el desenlace electoral y los que no acaban de resignarse a él siguen dale que te pego y los medios de comunicación seguimos utilizando imágenes de gente destrozada. Aquí no ha dado la talla más que el pueblo de Madrid, los policías, los guardias, los taxistas, la gente que se llenó de sangre intentando socorrer a los heridos. Pilar Manjón pidió «verdad, justicia y reparación». O sea, dos cosas muy difíciles y una imposible, ya que no se trata de reparaciones económicas, que las vidas no tienen precio. Ella pide respeto y que cesen las manipulaciones y los aprovechamientos. El espantoso atentado de Atocha se ha convertido en un andén donde muchos emprenden su viaje político y otros se apresuran para no llegar tarde. Esta mujer nos ha vuelto a demostrar que «siempre tiene razón el sufrimiento».

Cargando contenidos...