Diario de León
León

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PILAR MANJÓN se convirtió en voz  de todas las víctimas para proclamar: existimos. Ya no pueden soportar más sentirse tratados como mera excusa para el zarpazo político, para quién dijo qué y a qué hora, para un zafio y tú más. Hay excepciones, pero pocas.  El mal también puede ser banalizado, como nos advirtió Arendt en su famosa reflexión sobre el derecho de las víctimas del nazismo a que su dolor no fuese reducido a fechas y fichas en los libros de Historia, en algo que ocurrió a «otros» y que cometieron unos señores porque sí. El terrorismo es banalizado cuando los partidos olvidan que el tema a debatir debe condicionar la forma y el fondo, pues no se puede discrepar sobre una atentado que causó 192 víctimas mortales y 1.500 heridos con la misma rutina del reproche mutuo por desacuerdos que casi nunca son tales, sino teatralización de la rivalidad. También hubo una merecida crítica contra la repetición constante de imágenes de la tragedia, pero sobre todo para quienes han comercializado con fotos de sumarios sujetos a secreto. La opinión de las víctimas sonó clara y contundente: existimos, somos a nuestro pesar. Casi todos los portavoces reaccionaron de la única  forma ética posible: disculpándose. No caben rodeos diplomáticos ni eufemismos cuando se ha herido a quienes han de ser consolados.  ¿Cómo se puede aplaudir, abuchear o jalear en una comisión de estas características? se preguntó Majón, cuya asociación carece de identificaciones ideológicas. Ojalá sus palabras impregnen para siempre  a quienes tienen tantos compañeros asesinados, o ellos mismos podrían serlo. Sí... ¿cabe mayor fracaso político  que ofender a la víctima, que herir al herido?

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