Zaragoza 2008

POR SEGUNDO año consecutivo la fecha ha sido coincidente: el almuerzo navideño de Diario de León y de la Peña «La Concordia». En uno gano el pan y la copa y en la otra el afecto. Me repartí como pude: o sea, quedé mal en las dos opciones, aunque a las dos quiera entrañablemente. El almuerzo de empresa del Diario fue de adrenalina. Se encarga siempre de elevarla su presidente, Santiago Rey Fernández-Latorre, un editor vocacional capaz de arriesgar sus propias pestañas por el futuro. El de «La Concordia» fue de guante blanco. Y en esto me coloqué ante el ordenador. La pantalla en blanco es cabrona y demoledora, sobre todo tras banquetes festivos. Lo primero que se me ocurre es felicitar a Zargoza, ciudad que va a organizar la Exposición Internacional del 2008. Se lo adjudicaron ayer tarde en París. Competían también la ciudad italiana de Trieste y la griega de Salónica. Ha dicho la organización de ferias y exposiciones que se le otorgó a Zaragoza porque presentó un proyecto excelente, centrado en el agua y la vida. Agua y vida son indisociables. Zaragoza y Aragón aspiran, con la Expo 2008, a dar un salto gigantesco hacia el futuro. Parece que volvemos a entrar en una buena racha que ya conocimos en el pasado. Sólo falta, para rematar el pleno, que todos los esfuerzos se unan para que a Madrid le encarguen la organización de los Juegos Olímpios del 2012. Sería el gran pleno. Por otro lado, y ya entrando en la vena política, es conveniente recordar que, cada día que pasa, el PP de Castilla y León se muestra más agresivo. No lo visiono yo desde el «rincón de la tristeza» que supone un amigo al que quiero, pero se entera de poco o de nada. Políticamente, su gran argumento es ser de Paco Camino. El hijo de un dios menor al que tengo en la agenda del respeto, hubiera contestado: ¿Y ese en qué equipo juega?. Síntomas como que ayer dejaran a la UPL sin ninguna dedicación exclusiva en el Ayuntamiento; que el consejero Fernández Mañueco, cada vez que le preguntan por temas de su responsabilidad, responda como si no tuviera ninguna obligación de dar cuentas de la gestión que ejecuta con los dineros públicos, son muy preocupantes. Pero lo más grave de todo es la completa pérdida de imagen y de prestigio institucional que ha supuesto para el presidente de la Diputación Provincial, Javier García Prieto, y del titular de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, la operación de acoso y derribo en el Ayuntamiento de León. No es fácil que estas reflexiones calen en los ciudadanos. Sin embargo, me atrevo a la temeridad: Es muy difícil, a partir de ahora, ver en ellos al presidente de la Diputación y al presidente de la Junta. Ha quedado claro que, ante todo, son agentes de partido, que no dudan en poner las instituciones que presiden al servicio del PP por encima de cualquier otra consideración. El daño hecho a las instituciones es muy grave. Pero, sobre todo, el daño se lo han hecho a sí mismos. Y lo siento, de veras.