EL RINCÓN
El alto comisionado
EL HECHO de que el 65 por ciento de los españoles sea partidario de un órgano sin políticos para esclarecer los atentados, no influye para nada en las convicciones democráticas de Gregorio Peces-Barba. El recién nombrado alto comisionado rechaza el comité sin colegas pedido por las víctimas. ¡A ver si van a tener más derecho las madres de los muertos que él! Ni las madres, ni los hijos, ni los hermanos. Los que tienen derecho a hacer pesquisas son los políticos profesionales, que llevan mucho tiempo viviendo de eso y de lo otro. Absténganse los afectados. Los partidos han repudiado de modo unánime una comisión del 11-M independiente. Eso hay que dejarlo para los profesionales, no para los amateurs de luto. Una cosa es poner caras compungidas, pedir perdón por haber hecho las cosas rematadamente mal y reconocer la dolorida verdad que asistía a Pilar Manjón y otra, muy distinta, es tolerar que el gremio sea despojado de su legítimo derecho a seguir demostrando su grado de ineptitud, con la esperanza de superarlo. Los políticos coinciden en cuatro ideas, lo que es verdaderamente asombroso: por la coincidencia y por el número. Creen que una comisión independiente deslegitimaría el Congreso; que el reglamento de la Cámara podría impedirlo; que ya están investigando los jueces y que ninguna entidad sería verdaderamente independiente. Así están las cosas y en eso ha quedado el estremecedor discurso de Pilar. Lo único que se ha conseguido es que el señor Peces-Barba, que tiene un rostro muy apropiado para recibir pésames, haya hecho suya una demanda de los heridos y de los familiares de los muertos en la masacre de Atocha en el sentido de que no se difundan más imágenes. Ya está bien de cadáveres arrojadizos. Hay que reconocer que sería un gran paso que les dejaran descansar en paz, pero eso no implica que les cierren el paso a quienes aspiran a aclarar las cosas. Los detectives con carné no se han lucido hasta ahora y no van a encontrar nuevas pistas en el año nuevo.