Tripartito y progresismo

DESPUÉS de 23 años de predominio político en Cataluña del pujolismo y de CiU, se optó democráticamente por esa nueva fórmula de la coalición de izquierdas, que tenía el mismo derecho que cualquier otra fórmula de matemática parlamentaria. El régimen democrático tiene estas cosas y la voluntad popular, libremente expresada, allana todos los obstáculos. Las dificultades han sido muchas e importantes, pero mayor aun ha sido la voluntad política de los tres partidos de seguir adelante con ese inédito experimento, un proyecto de progreso y de entendimiento entre catalanes, dentro de España. Las reglas de la democracia hay que respetarlas escrupulosamente, y más cuando se trata de los adversarios políticos. Todas las airadas descalificaciones procedentes de la derecha, no tanto de la catalana como de la española central, son también descalificaciones a los cientos de miles de ciudadanos que votaron por el PSC, por Esquerra o por Iniciativa. Qué horrenda manía de discriminar los votos, como si la democracia permitiera dar más valor a unos que a otros. La democracia es tozuda y termina venciendo todos los obstáculos, excepto cuando nos encontramos con realidades como Pinochet o las dictaduras de cualquier color. Los tres términos del tripartito son conscientes de que el arrojo es imprescindible, así como la unidad en el proyecto de perfilar otra imagen de Cataluña, caracterizada por una visión altamente progresista desde los ángulos político, social, económico y cultural. A lo mejor, eso es lo que más les duele a sus implacables críticos.