MIENTRAS Bush lucha contra lo que él llama «el eje del mal», el seísmo que asoló Asia ha modificado el mapa después de sacudir, si bien levemente, todo el planeta. Los científicos dicen que el maremoto ha zarandeado al eje de rotación de la Tierra, y que la punta noroeste del territorio indonesio de Sumatra podría haberse deslizado unos 36 metros. Se comprueba que no sólo puede alterarse la historia, sino la geografía. La vida, ese corto tiempo que transcurre entre dos silencios, siempre ha sido cuestión y tarea de los supervivientes. Se habla de 60.000 muertos, pero el luctuoso guarismo se rectificará cuando la contabilidad sea más exacta y vayan apareciendo los que se tragó el mar, que es un irresponsable. (Ahora lo estoy viendo en mi orilla mediterránea y parece que nunca hubiera roto un plato. Está como un plato azul y no tiene la menor conciencia de culpa). Cuando suceden estas catástrofes llamadas
se nos hace patente nuestra insignificancia. Advertimos que la madre naturaleza no quiere a sus hijos. Le traemos sin cuidado. Los científicos dicen que los seísmos son los verdaderos arquitectos del paisaje, pero aún no nos han podido aclarar quién es el arquitecto de los seísmos. ¿Quién sostiene el eje de la Tierra? Sólo sabemos que no debe soltarlo. Si se cansa de su ardua misión, este planeta suburbano se hundirá en sí mismo y todo se irá a hacer puñetas, lo que es un decir, ya que nadie podrá hacer nada. Ni siquiera podrá hacer la puñeta en este
, tirando de sus costuras para un lado y para otro, para descuajaringarlo. Tiembla el eje de España, sacudido por episódicos personajillos. Quieren modificar no sólo la Constitución sino el mapa. ¿Han estudiado el impacto que eso podría producir sobre el clima? El maremoto del sur de Asia ha hecho que algunas islas naufraguen y otras no estén donde estaban y se hayan puesto a navegar. Todo cambia, como se sabe. Lo que no sabemos es quién sostiene el eje del mundo. También ignoramos su grado de responsabilidad.