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Publicado por
VALENTÍ PUIG
León

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UNA FALLA tectónica bajo el mar de Sumatra generó de forma terminal las grandes olas que asolaron las costas del sudeste asiático horas después de la Navidad. Murieron miles de personas, bajo el empuje devastador de esas olas, llamadas «tsumanis». A fin de año y a principios de siglo la naturaleza recordaba al ser humano sus poderes y horrores ocultos. Esa catástrofe ha coincidido con la exultante reaparición de Ray Kurzweil con su anuncio de un método científico-vital para alcanzar cualquier día futuro el objetivo de la inmortalidad. Para ese fin, son muchos los que han vendido y venderían su alma al diablo. Kurzweil no es un estafador. Hace años que, como genio informático y especie de inventor renacentista, le da vueltas a las posibilidades de una era de medicina genética personalizada, de nanotecnología y de combinación entre tecnología y biología para alargar al máximo la vida humana. Ha profetizado que en pocas décadas los computadores demostrarán haber superado la inteligencia humana. Ahora publica un libro titulado Viaje fantástico para explicar de nuevo como la inmortalidad es posible con tratamientos de longevidad, la revolución biotecnológica y la nanotecnología, que consiste en la reducción molecular de la materia para crear -por ejemplo- pequeños robots que patrullen por nuestro sistema arterial y maten toxinas, revisen el AND o reparen corazones fatigados. La tecnología -entiende- es algo así como continuar la evolución por otros medios. Con la aparición del libro, The New York Times ha entrevistado a Kurzweil sobre ese cruce innovador entre la ciencia informática y el conocimiento biológico. «Los genes son programas secuenciales. Estamos aprendiendo como manipular los programas en nuestro interior, el »software« de la vida. Personalmente, creo que lo que hago está reprogramando mi bioquímica», dice Kurzweil. Lleva años instalado en la polémica y se toma unas doscientas cincuenta pastillas todos los días. Tener clientes como Xerox le ha hecho millonario. Según su nuevo libro, a finales de la década de los veinte -en este siglo XXI- se hará posible cambiar nuestro cuerpo en el estadio celular, reconstruir el cuerpo, a partir de la alianza entre la nanotecnología y la inteligencia artificial. Luego vendrá la posibilidad de invertir el sentido del envejecimiento y llegar a la juventud perpetua. Para eso serán necesarias una o dos décadas más. Dicho en términos del género de ciencia-ficción, el espíritu del ser humano y el «chip» llegarían a ser la una y misma cosa. Las mejores inteligencias y los mejores laboratorios del mundo trabajan en sentido similar, día y noche, en busca del secreto de la vida.