Cerrar
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

Creado:

Actualizado:

LAS REBAJAS de enero abarrotan los grandes almacenes y las tiendas medianas y las otra más chicas que «allegadas son iguales» en cuanto a codazos. Mucha gente quiere hacer sus últimas compras, pero ocurre que no sabe cuáles son las últimas. El caso es que hay 'oberbooking' en los comercios y todo se vende como rosquillas durante estos días y no sólo mañana los roscones de Reyes. Lo peor no es que los cajeros automáticos se queden sin dinero, sino que lo mismo les ocurre a los clientes en tropel. Se disputan las manoseadas prendas como si se tratara de un balón de rugby. Si los búfalos tuvieran capacidad adquisitiva podrían competir dignamente con estas afortunadas criaturas deseosas de equipararse. Se decía, en otros tiempos, que nada era más incontenible que el avance de una beata hasta la primera fila. Sobre todo si iba provista de un reclinatorio. («Quién colocó mentira sobre el suelo/ para las descansadas bienvenidas?/ ¿Para qué fe sin luz, ansias mullidas/ arropan al dolor con terciopelo?», que dijo Pilar Paz Pasamar, que entre los poetas míos tiene una hornacina). Pues bien, muy superior a ese ímpetu religioso es el que exhiben los pioneros de las rebajas. Sus manos tendidas y sus rostros ávidos sólo pueden equipararse a los que muestran los hambrientos y sedientos habitantes de las regiones indonesias afectados por el maremoto. Estos no se preocupan por la indumentaria, sino por la subsistencia. No quieren vestir, sino sobrevivir. Corren tras los helicópteros estadounidenses que arrojan víveres sobre los cadáveres que asesinó la llamada Madre Naturaleza, que jamás se ha preocupado de sus hijos. La comida y las medicinas caen sobre un anegado camposanto, pero el interés por recoger esas cosas no es superior al que otras personas demuestran en nuestras tiendas por hacerse con un suéter o unas bragas. Quizá no les hagan la misma falta, pero el anhelo de posesión es idéntico. Unos se van a ahorrar el 10%, o quizá mucho más, y otros van a necesitar 10 años, o quizá mucho más, en reparar los daños del maremoto. En las fotos parecen los mismos.