Diario de León

DESDE LA CORTE

Es verdad: «Prisión mediática»

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FERNANDO ONEGA
León

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EL TERRORISTA De Juana Chaos quizá tenga razón: la suya es una «prisión mediática». Es la primera vez que escucho este término, pero se ajusta bastante a lo ocurrido. Este ciudadano que, como ya sabemos todos, mató a 25 personas en atentados, iba a ser puesto en libertad dentro de un mes. Pero los medios informativos captaron rápidamente el sentir de la sociedad y al unísono levantaron su voz para impedirlo. Fue como si se hubieran puesto delante de la puerta de la cárcel de Algeciras, con un muro de artículos y crónicas; como si hubieran levantado una barricada de palabras con el recuerdo de sus atrocidades, sus celebraciones de crímenes, sus frases de escarnio: «Las lágrimas de las familias son mis alegrías». Y así, se ha pasado en unas horas del desalentado «no se puede hacer nada», que dijo el viernes el diputado socialista López Garrido, a una actuación decidida de la maquinaria de la Justicia. Resultado: el sanguinario sigue en prisión. Preventiva, pero prisión. Y hasta le pueden caer los años de cárcel de los que se había redimido. Estamos, pues, efectivamente, ante una «prisión mediática», en el sentido de que los medios han actuado como espuelas de las estructuras judiciales. Sólo en ese sentido: ni los periódicos ni las radios meten a nadie en la cárcel. Lo más importante del suceso es que se ha librado a este país de un ingrediente para la alarma social. Y se hizo sin ningún tipo de autoritarismo ni de violación de las normas. Sencillamente se echó mano del archivo, los fiscales Gordillo y Alonso instrumentaron la posible acusación, la Asociación Víctimas del Terrorismo presentó la demanda, y el magistrado Grande Marlasca no hizo otra cosa que aplicar las previsiones legales con la misma naturalidad que si se tratara de un individuo que acababa de ser detenido. Conclusión número 1: sí se podía hacer algo. Un criminal que había tenido una vida tan activa en prisión, que había agitado tanto a los suyos, que había escrito y que había celebrado asesinatos con cava y langostinos, por fuerza tenía que haber dejado pistas para cazarle. Conclusión número 2: habrá que empezar a seguir los pasos y actividades de los demás que van a ser puestos en libertad este año 2.005 para no encontrarnos con la misma sorpresa. Conclusión número 3: que alguien se ponga a revisar con urgencia también los papeles de todos los etarras que han redimido parte de sus penas. No se trata de quitarles uno solo de sus derechos, pero sí de evitar nuevos casos de alarma social. Y conclusión número 4: celebremos lo ocurrido ayer. Aunque siempre dejemos la última palabra a lo que diga la sentencia definitiva, esta vez el Estado de Derecho no ha sido engañado por un criminal.

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