Televisión y política

LA POLÍTICA es la guerra por otros medios y quizá por eso el político sabe que todo lo que hace, en el fondo, es un ejercicio de pura supervivencia. Cuando digo todo, quiero decir todo. Hace tiempo que en política las ideas cedieron paso a las conveniencias, y, en el fondo, si uno analiza los programas de los partidos no ve más que guiños a los electores dictados por los sociólogos que elaboran las encuestas. El electorado cada vez está menos informado y a esa desinformación contribuye de manera decisiva la televisión. Siento decirlo con tanta crudeza porque he trabajado durante años en diferentes canales de televisión, pero la verdad es que los actuales formatos informativos están creando una opinión pública cada vez más desinteresada de lo que no sea el espectáculo de la imagen. La consecuencia es clara: como no explican nada, no se entiende nada. Hemos tenido un inquietante ejemplo en las últimas elecciones presidenciales norteamericanas: más de las mitad de los ciudadanos estadounidenses que acudieron a votar creían (así se lo habían) escuchado decir una y otra vez a los presentadores de la Fox o la CNN que Sadam Huseín disponía de armas de destrucción masiva. Más aún, de creer a la Fox (cadena que ha conseguido hacerse con el liderazgo de la audiencia), también existía una relación probada entre el derrocado dictador iraquí y el macroterrorista Bin Laden, responsable del ataque contra las Torres Gemelas de Nueva York. Pues bien, ayer hemos sabido que han regresado a los Estados Unidos los equipos de la CIA que llevaban más de un año en Iraq rastreando las supuestas armas de destrucción masiva. Han vuelto a casa porque no han encontrado nada. Por el camino, ya se sabe, Georges W.Bush, volvió a ganar las elecciones. En otros países ( hablando de la televisión, qué decir de la Italia de Berlusconi), podrían ponerse ejemplos similares de procesos de manipulación teledirigidos con éxito a través de los medios. Ahora, en razón del próximo Referéndum sobre el Tratado de la Constitución Europea al que nos convoca el señor Rodríguez Zapatero tengo curiosidad por ver cómo va a afrontar los diferentes canales de televisión el desafío informativo que supone hacer llegar la letra y el espíritu de la futura Carta Magna de la Unión a unos espectadores a los que hace años tienen a dieta de debates políticos. A dieta de pensamiento (se da por bueno el sinsentido que habla de cultura de la imagen)porque ésa viene siendo la mejor forma de controlar al rebaño de consumidores en el que poco a poco nos han ido convirtiendo. Atentos, pues a la pantalla.