EL BALCÓN DEL PUEBLO
La Carta Magna de la Unión
YA NO QUEDA margen para el asombro. Ayer Estados Unidos acordó formalmente suspender la búsqueda de armas de destrucción masiva en Irak. No encontró ni una. Ese fue el motivo por el que atacaron e invadieron al país, con el apoyo de Tony Blair y de José Mª Aznar. Casi un año después, según numerosas organizaciones humanitarias, se llevan contabilizados más de cien mil muertos. Si el asunto no fuera macabro, la noticia resultaría cómica. Todavía nos deben muchas explicaciones. Mientras tanto, también ayer celebró sesión plenaria el Parlamento Europeo, y el pasado martes lo hizo el español sobre la Carta Magna Europea. En Estrasburgo los eurodiputados brindaron con champán en los restaurantes de la «Petit France». Hubo mayoría aplastante a favor de la Constitución Europea, a pesar de la cencerrada que montó la extrema derecha de los Le Pen y compañía. El martes, en la Carrera de San Jerónimo, los diputados españoles aprobaron por unanimidad el referéndum. Tendrá lugar el 20 de febrero. Nuestro país será el primero en someter a referéndum la Carta Magna de la Unión. Los ojos de Europa, mirarán a Madrid. Es importante, sin duda, el resultado. Todos los grupos políticos, incluidos los que pedirán el no, se pronunciaron a favor de someter a consulta la adhesión de España a la futura Constitución Europea. En el Parlamento español coinciden en pedir el voto afirmativo , junto con el Gob ierno, el Partido Popular y el PNV. Sin embargo, el PP cuando dice apoyar, arremete contra el propio Gobierno. No se digiere bien el argumento. Lo suyo, más bien, es no sólo un objetivo, sino una obsesión: ir contra el presidente Rodríguez Zapatero, al que no logran sacar de sus casillas. En cambio, el PNV pide también el voto favorable haciéndose el Tancredo. La Carta Magna de la Unión frena todo secesionismo. O dicho con absoluta claridad: el Plan Ibarretxe no es posible dentro de la Constitución. Ni de la española ni, por supuesto, de la europea. Hoy se lo dirá Rodríguez Zapatero al lehendakari Ibarretxe en La Moncloa. Los padres del no cada uno lo argumenta con razones estrafalarias. En el fondo coinciden en esta simpleza: el ombligo de la tierra pasa por su pueblo o por su partido, sea más o menos residual. Lo importante a tener en cuenta es que los Estados y los ciudadanos que componemos la nueva Europa nos encontramos en el momento crucial de su historia. O se da un paso adelante definitivo para componer una entidad con peso político suficiente en el siglo XXI, que garantiza además las libertades y el binestar que se goza en esta parte del planeta, o podría producirse un estancamiento y hasta un retroceso. Es indudable que la construcción de Europa, iniciada al final de la II Guerra Mundial, fue antes que nada un proyecto político. La economía sólo era el instrumento para evitar la permanente experiencia de guerras. Gracias a la Unión Europea, y también a la Otan, se ha conseguido el periodo más prolongado de paz del que se tiene memoria. Un período en el que también los ciudadanos han gozado de las mayores cotas de libertad y bienestar. Es suficiente motivo para votar a favor el 20 de febrero. No querer avanzar en ese camino, será propio de irreponsables.