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DESDE LA CORTE

La confrontación sigue abierta

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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LAS CONVERSACIONES de Zapatero e Ibarretxe no se limitan a la larga reunión de ayer. Comenzaron el mismo día 30 de Diciembre. Las emisoras de radio vascas que transmitían el debate del Plan Ibarretxe anotaron que el lendakari se había puesto a hablar por teléfono cuando Otegi anunció que le regalaba tres votos. ¿Sabéis con quién hablaba? Con Rodríguez Zapatero. El presidente le llamó en ese mismo momento, antes incluso de la votación, a sugerirle, pedirle o exigirle -ignoro el matiz-que retirase el proyecto antes de ser aprobado con los votos de una organización ilegal. Fue el primer «no» de Zapatero, pero también de Ibarretxe. Un nacionalista me lo explicaba así: «el lendakari no podía retirar su Plan, porque era la culminación de su proyecto vital. Lo que menos calibró fue de dónde venían los votos. Sólo le importó que estaba a punto de conseguir su sueño. Se acercaba a la Euskadi que él había concebido y diseñado». Con ese antecedente, más las posteriores expresiones de rechazo, nadie podía esperar que ayer se produjera el milagro y que ambos políticos se dieran el que habría que llamar para la historia «el abrazo de La Moncloa». Le han dedicado muchas horas: más de tres y media. En ese tiempo tienen que haber analizado todos los perfiles. Tienen que haber discutido todos los detalles. Tienen que haber analizado las salidas posibles al conflicto. Pero no hubo acuerdo. Zapatero no cedió un milímetro. Nadie esperaba que Ibarretxe cediera un milímetro. Ahora, la situación queda de la siguiente forma: 1) No habrá proceso negociador. 2) El Plan será rechazado en el Congreso de los Diputados. 3) Los nacionalistas no aceptarán ese rechazo. Y 4) Se convocará un referéndum, con la aspiración de que la sociedad ratifique el texto aprobado por el Parlamento vasco. Quiere decirse que nada ha cambiado, nadie se ha movido de sus posiciones, el destino es hoy idéntico al anterior a la entrevista. Sólo se han salvado las formas. La imagen que entiendo que debe quedarnos después de ver a Ibarretxe en su comparecencia ante la prensa es, de todas formas, inquietante. No mencionó ni una vez la Constitución. No expresó ningún propósito de cambiar su proyecto. No acepta más negociación que la bilateral entre los gobiernos vasco y español. No acepta la decisión del parlamento español. Enfrenta una teórica soberanía vasca a la efectiva soberanía nacional española. Inventa una legalidad para justificar la consulta popular. Y usa un lenguaje que pretende presentarle como salvador de la sociedad vasca, enfrentada a una intransigente clase política española. Ese es perfil. Díganme ustedes si cabe alguna posibilidad de entendimiento. Sólo un milagro la podría producir.