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EL BALCÓN DEL PUEBLO

Ante el enorme desafío

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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TODAVÍA no se ha ido la nevada navideña y ya nos programan las fiestas de Carnaval. A la vuelta de la esquina empezarán los redobles de Semana Santa. Se han derretido los carámbanos y, a veintrés días del martes más grande de la farsa y el desmadre, se han caido las caretas políticas. Podemos repirar con hondura y tranquilidad. La semana que hoy concluye ha tenido una gran intensidad. Tras la entrevista de Rodríguez Zapatero con el lehendakari Ibarretxe, el presidente del Gobierno dejó absolutamente claro que no hay ningún margen posible para maniobras anticonstitucionales. La rotundidad provocó en el PP un ataque de sensatez. El cónclave celebrado por su cúpula dirigente en el parador de Sigüenza dio sus frutos. El análisis popular lo trasladó el viernes Mariano Rajoy a La Moncloa. Se ofreció para colaborar con el Gobierno en las cuestiones de Estado, empezando por la ordenación territorial de España. Rodríguez Zapatero recogió al vuelo la oferta, de forma muy favorable como se han encargado de transmitir las partes. Resultado: la creación de una comisión entre PP, PSOE y el Gobierno para trabajar conjuntamente sobre esas cuestiones de Estado y constitucionales. Aunque permanece el enorme desafío, los españoles hemos sentido una especie de alivio y relajación. Tanto Rodríguez Zapatero como Mariano Rajoy han estado a la altura de lo que pedía como un clamor sorduno la mayoría de los españoles. Pero el encuentro, además de despejar incertidumbres, deberá servir también para poner a los nacionalistas periféricos ante la realidad política de España que intentan tergiversar. Y también para empezar a normalizar las relaciones entre el Gobierno y la oposición. Unas relaciones que José María Aznar y sus más cercanos colaboradores han intentado impedir por todos los medios, creando un clima irrespirable de crispación, confrontación y de campaña electoral permanente, cuya principal víctima, tal vez, iba a ser el propio Mariano Rajoy. Su figura política, sin duda, ha ganado muchos enteros. Este giro importante en la política del PP todavía no ha llegado al Ejecutivo de Castilla y León. Necesita reciclarse. Sigue abandonando su responsabilidad como gobierno autónomo, que es mucha. Basta con ojear los periódicos -si además se leen es tremendo- para comprobarlo: en infraestructuras, en sanidad, en consevación del patrimonio histórico artístico y una letanía inacabada. Sin embargo, en los últimos meses los consejeros del Ejecutivo regional se han convertido en un absurdo grupo de agitadores contra el Gobierno de la nación. El caso extremo son los papeles del Archivo de Salamanca. Esta estrategia del Gobierno autónomo no le lleva a ningún sitio. Sólo al vacío. Ya va siendo hora de que, imitando a Mariano Rajoy, reflexionen y asuman sus propias responsabilidades, que son las de administrar la Comunidad Autónoma, y dejen el papel de oposición a los correspondientes grupos del Parlamento español o del Castillo de Fuensaldaña. Un pacto sobre cuestiones de Estado no tiene por qué silenciar la voz de la oposición. Ni la del Gobierno. Seguirán los encontronazos, pero el eco cuando rebote en las cimas y se escuche en el valle de España, ha de ser el mismo.