EL BALCÓN DEL PUEBLO
Resurrección a los 92 años
EL JUEZ núm. 4 de Primera Instancia e Instrucción de Madrid ha dictado un Auto, no sé si mágico o estrambótico, por el cual el Fondo de Garantía de Depósitos debe indemnizar al leonés Domingo López Alonso, ancarés de Lumeras, que a sus 92 años está como un chaval, fue minero, constructor, tendero, concejal, transportista, armador pesquero, bodeguero, de todo; acaba de condenar, digo, al FGD a indemnizarle con 1.021 millones de euros. Una cifra mareante, capaz de hacer quebrar a todo el sistema financiero español. Conozco a Domingo López, con el que almorcé cuando intentó que los leoneses le sentaran en el Congreso de los Diputados. Fue un fiasco. Apostó a perdedor. También tuve otras conexiones, a través del ya fallecido presidente de la Asociación de la Prensa leonesa, Manuel Valdés, al que apadrinó su boda. Domingo López es un hombre afable y cortés. No se olvida de los amigos en Navidad y les remite un puñado de décimos de la Lotería Nacional. En el último sorteo, además, tocó la pedrea. Pero vayamos a la esencia de esta resurrección a los 92 años. El Banco de Valladolid, cuyo principal accionista era Domingo López Alonso, fue saneado a la fuerza estando en el Gobierno la UCD, cuando no tenía para responder frente a los depósitos que había recibido. De entonces para acá, el Fondo de Garantía de Depósitos se ha visto obligado a sanear con fondos públicos, y también de la propia banca, a otras muchas entidades financieras, entre ellas a todas las que sorbían la miel de la abeja de Rumasa. En no pocos casos, sus malos administradores habían llevado a esos bancos a la insolvencia. Precisamente el FGD se creó para evitar que los bancos pudieran declararse en quiebra y perjudicar a los depositantes que les habían confiado los ahorros. Sólo faltaba que después de haber saneado con fondos públicos los bancos mal gestionados, ahora hubiera que indemnizar, también con fondos públicos, a los malos administradores. No quiero, de ninguna manera, echar lodo sobre la peripecia empresarial y financiera de Domingo López. Sólo abrir este balcón para que entre más luz. Una prueba de fidelidad: soy cliente del banco antes y ahora, cuando era controlado por Domingo López como Banco de Valladolid, y ahora que está en manos del Barklays Bank inglés. Bueno, cliente, si así se puede llamar a un proletario que las pasa putas para que al final de mes no reciba la carta recordándole que está en números rojos. Todos los directores, al menos los tres últimos, podrán refrendarlo. Admiro a este anciano que está como un chaval, pero discrepo radicalmente con sus últimos pasos político/empresariales. Sobre todo los que dio en el campo que conozco: el periodístico. Se convirtió en propietario de El Imparcial , furibundo órgano político de la ultraderecha que se publicaba en vísperas del golpe de Estado del 23-F y que fue dirigido por quien luego sería consejero de Cultura de la Xunta de Galicia. También acabó su aventura política en el Chile de Pinochet como empresario. Sin duda, Domingo López forma parte de uno de los capítulos más pintorescos de la historia política y económica leonesa. Lo pintoresco nada tiene que ver con lo glorioso, aunque la resurrección se produce siempre en tiempo de gloria.