LA VELETA
Países largos, ideas...
EN 1997, un artículo sobre integración económica y desintegración política convirtió a dos economistas italianos, Alberto Alesina y Enrico Spolaore, en santones de la secesión. En 2003, uno de sus libros consagró el título de la discusión: The Size of Nations (El tamaño de las naciones). Las condiciones que hacen eficaz a un país, en términos de costes y beneficios totales, no las reúnen ya necesariamente, según nuestros dos italianos, los países grandísimos. Infinidad de servicios que antes se consideraban estratégicos son cubiertos sin problemas por otros en el mundo globalizado. Los países grandes no son necesariamente más eficaces. De hecho, entre los dos países más ricos del mundo sólo hay dos que superan los 5 millones de habitantes: Suiza (7 millones) y Estados Unidos (260). La última ampliación de la Unión Europea parece demostrar que, en el marco vigente de interrelación económica, países minúsculos pueden ir viento en popa. Parece, pues, que, independientemente de su motivación y sus circunstancias de fuego, el trasegado Plan Ibarreche tendría perfecto derecho a figurar en el listado de cuestiones académicas del momento. ¿Que no cabe admitir que del PNV brote una idea moderna? También nos sorprendería que la modernidad proviniera de Acebes o de Ibarra o pudiera sensatamente relacionarse con el «plan Lerroux» que propugna Fraga, ese que, en el siglo pasado, sacaba el número uno en las oposiciones. Cualquier argumento ad hominem se anula con un «y tu padre más». Por eso ha sido un «scoop» absoluto que el presidente Zapatero elogiara a Rajoy en un mitin. El tan caricaturizado talante es la primera condición de la democracia. En el siglo XIX, incluso antes del nacimiento de Fraga, españoles sin talante ni talento andaban a tortazos a cuenta de la Constitución y otras ideas abstractas. A lo mejor gracias a ello España es hoy una gran nación, a diferencia de Luxemburgo, que, si es más próspera y tiene menos paro, a cambio sólo es un ducado. Cerca de Luxemburgo viven los flamencos. También son ricos. Muchos consideran inminente su separación de Bélgica. Aunque parezca increíble, los belgas continuarán existiendo cuando ya no exista el estado de Bélgica. En Bélgica no hay partidos de ámbito nacional, como el PP o el PSOE. Aun separada de Bélgica, y con todos sus defectos, Flandes seguiría siendo el corazón físico de Europa. Nada tiene de extraño que los flamencos invoquen sin cesar a Alesina y Spolaore. Mucho más extraño es que, en una cuestión que debería ser académica, las tribus españolas sólo invoquen a Jehová y sólo sepan tratar de estas menudencias con el horrible talante de Caín.