DESDE LA CORTE
Gais, condones y Fraga
SI ALGÚN político tiene garantizado el cielo, es el presidente de la Xunta de Galicia, don Manuel Fraga Iribarne. Cuando se presente ante ese portero de la eternidad que identificamos como San Pedro, llegará con todas las exigencias cumplidas. No digo que sea un santo, porque se le conocen o rumorean abundantes pecados, incluso de la carne. Pero, por creencias, por práctica religiosa o por simple coincidencia ideológica, estará en condiciones de pasar las pruebas exigidas para ocupar un buen puesto allí donde dicen que está la gloria. Cuando la jerarquía eclesiástica condena los matrimonios de homosexuales que los socialistas herejes van a legalizar, los obispos saben que pueden contar con el apoyo encendido del señor presidente. En esa labor casi de apostolado, don Manuel camina varios kilómetros por delante del partido que fundó. Sólo se queda atrás, convertido en un progresista, cuando su postura le parece tibia a un miembro del Consejo de Poder Judicial que, enardecido, compara las uniones gais con el ayuntamiento del hombre con el animal; es decir, con la zoofilia. Esa actitud pertenece ya a la leyenda. No hay dirigente político, ni lo habrá nunca en los siglos futuros, que hable con tanta claridad del mundo homosexual, con tanta contundencia en su contra, y que muestre menos comprensión haya esa realidad social. Fraga es, en este sentido, el anti-maricón por excelencia. Si su continuidad en la presidencia de la Xunta de Galicia dependiera del voto gay, estaría a punto de pasar a la oposición. Segundo ejemplo: cuando la misma jerarquía se ve obligada a reafirmar los principios de Roma en cuanto al uso del preservativo, ahí aparece el Fraga más ortodoxo, que no se pone condón ni para hablar, porque sin condón dice las verdades, dice las verdades a pelo, y nos deja a todos con intrigas como éstas: ¿habrá habido condón en la relación Zapatero-Ibarretxe? ¿Lo habrá usado el Presidente en su entrevista televisada, y por eso nos dejó fríos? ¿Le habrá dicho José Luis Rodríguez Zapatero a George W. Bush que puede hablar con él, que usa preservativo? Manuel Fraga, con su proverbial capacidad de enriquecer el discurso político, acaba de incorporar el condón a las relaciones de la clase dirigente. Pero, en lo que se refiere a su persona, lo acaba de eliminar. Quizá por eso Magdalena Álvarez elude cualquier cariño hacia don Manuel. Y tenemos, por último, el compromiso histórico: nunca usará un preservativo. Que yo sepa, es el único gobernante que a los 82 años de edad se permite pensar en el uso futuro de la goma. Con lo cual, atención, cronistas: todos sabemos que Fraga morirá dentro de muchos años con las botas puestas. Pero a partir de ahora, la frase completa es: con las botas puestas y sin condón.