LA VELETA
Un porqué de la cólera
DEL SECTOR más sufrido de la democracia, el de las víctimas del terrorismo, ha brotado un fogonazo de cólera, afortunadamente minoritaria, que advierte de lo que tal vez subyace todavía en las vísceras emocionales de la sociedad española: la capacidad de acumular rencor, a la espera de poder liberarlo, y liberarlo finalmente. La Asociación de Víctimas del Terrorismo (ATV) convocó el pasado sábado una manifestación en Madrid para pedir, muy especialmente, que los presos etarras cumplieran la totalidad de sus penas. Pero en esa manifestación ha brotado una cólera, minoritaria, eso sí, pero extendida, pues afectó a miembros del Gobierno que deambulaban a cierta distancia uno de otro, y si uno, el titular de Defensa, recibió mas golpes que su colega de Administraciones Públicas, ligeramente zarandeado, ello tal vez se debió a que el primero estaba entre la muchedumbre y el segundo entre quienes abrían oficialmente la marcha. Pero ¿por qué ha estallado inopinadamente la cólera, violenta, insultante, injuriosa, contra el ejecutivo socialista, el partido que lo apoya y hasta el comisionado del Gobierno para las Víctimas del Terrorismo, Gregorio Peces-Barba? Los efectos psicológicos tardíos de algunos hechos sociales o sociopolíticos desconciertan al producirse, dificultando su análisis, pero rebuscando en el pasado reciente, al que hay que atender con esmero si pretendemos hacer buen uso del provenir, suele encontrarse alguna clave. Porque en el porvenir da a luz dramáticamente lo que pasa inadvertido, o insuficientemente advertido, en el presente, y ahora, la actualidad de este fin de semana, es el futuro de un suceso acaecido a mediados del pasado diciembre. Fue la intervención en el Congreso, ante la comisión parlamentaria del 11-M, de la representante de las víctimas de aquellos atentados, Pilar Manjón, una madre enlutada, llorosa, pero digna y extremadamente lúcida en su declaración. Aquella intervención de Pilar Manjón fue un acontecimiento político, por haber enfrentado al Parlamento con la realidad, y a los parlamentarios, con sus criterios partidistas. Y la Asociación de Víctimas del 11-M ocupó en aquel momento toda la atención pública, viéndose obligado el Gobierno a reaccionar, de ahí el nombramiento de Peces-Barba, y viéndose la Asociación de Víctimas del Terrorismo, la castigada tan brutalmente por ETA, como desplazada. ¿Pensaban quienes agredieron, de obra o palabra, a los ministros socialistas en la manifestación del sábado que estos eran culpables de algo? o ¿liberaron un rencor, difuso, inconcreto, pero vivísimo, contra dos personas en las que imaginaban un pensamiento diferente al de ellos?