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El PP y la autonomía leonesa

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LA POLÍTICA del PSOE favorable a la integración de la región leonesa en Castilla y León es tan clara que ni siquiera han intentado disimularlo; es más, desde el comienzo, sin ningún rubor, utilizaron todos los medios, hasta los ilegales, para conseguir sus objetivos. Incomprensible que un partido, con vocación de la igualdad universal, haya cometido semejante disparate político. La actuación del PP ha sido completamente diferente. Desde un principio, no solamente se opusieron a la integración de León en Castilla, sino que de una manera clara pidieron la autonomía leonesa Para comprender la actuación del PP en este tema, hay que diferenciar dos épocas bien distintas. En la primera, cuando existía la UCD como partido predominante, el PP, que entonces se llamaba AP, era un claro defensor de la autonomía de la región leonesa. Uno de los principales defensores de esta posición fue el diputado leonés José María Suárez González. En una reunión del Congreso matizó el carácter histórico del Reino de León, dijo también que la incorporación de León supondría la desaparición de la identidad leonesa El presidente del partido, Manuel Fraga Iribarne, en unas declaraciones en Salamanca en septiembre de 1982, manifestó que vería con simpatía la formación de una autonomía del Reino de León. El senador salmantino Fernando Gil Nieto también habló de la conveniencia de la formación de la autonomía del Reino de León. AP llegó a solicitar la autonomía para el Reino de León por motivos históricos, geográficos, culturales, sociales y de identidad Los senadores populares presentaron un recurso de inconstitucionalidad por la incorporación de León a la Comunidad de Castilla. El 28 de septiembre de 1984 el Tribunal Constitucional confirmó la permanencia de León en la autonomía castellana. A partir de este momento y de la desbandada de la UCD, millares de afiliados de este partido ingresaron en las filas de AP. Entre estos estaba Rodolfo Martín Villa, líder indiscutible de la UCD en León Martín Villa era consciente de que el deseo mayoritario de los leoneses, sobre todo en su provincia, era la no integración en Castilla. Sin embargo había manifestado que «por razones de índole superior, de interés de partido y de interés nacional León tenía que integrarse en Castilla». En otra oportunidad dijo «somos un partido de nivel nacional, tenemos responsabilidades de política de Gobierno. El caso de León se convierte en una pieza que no puede ser tratada aislada del conjunto autonómico. Sólo le faltó decir como a Luis XIV: «el Estado soy yo» Martín Villa había diseñado junto al socialista Peces Barba un mapa autonómico con capacidad para contener el avance de los nacionalistas La influencia de personas como Martín Villa y otros cambiaron por completo la actitud del PP con respecto a la autonomía leonesa, pasando de defensores a enemigos. Prueba de ello es el cambio brusco de políticos defensores de la autonomía leonesa a defensores de Castilla. Tenemos como ejemplo al inefable Luis Aznar. Este señor, líder entonces del CDS leonés, en unas declaraciones a La Hora Leonesa, el 15 de enero de 1983, dijo que «apoyaría cualquier medida en pro de la desvinculación de León de la autonomía castellanoleonesa porque León no pinta nada con Castilla». En un artículo publicado el día 2 de octubre de 1984 en el Diario de León el señor Aznar escribía textualmente: «La Junta, en un alarde más de mediocridad política y de insensatez, lejos de reconocer y estimular la peculiaridad leonesa, e intentar armonizar los intereses y sentimientos de ambos pueblos -se refería a leoneses y castellanos- ha intentado diluir la identidad y sentimiento de León...ridiculizando el hecho». Después del comunicado del Tribunal Constitucional viene la segunda etapa del PP, antes AP. La llegada de miembros de la UCD y CDS dieron un vuelco total a la actitud del partido con respecto a la autonomía leonesa. Defensores a ultranza de una autonomía para el Reino de León a ser los auténticos avalistas de la Autonomía de Valladolid, estando a la misma altura o superando incluso al PSOE. Desde entonces, los políticos populares, están confundiendo la imagen con la realidad. Están presentando una Autonomía sólida, idílica, formando una sola región, una sola identidad, un solo pueblo, muy solidario, muy vertebrado, muy unido y donde vivir es un placer. La realidad es que han hecho pedazos una de las regiones más históricas de España, Castilla; han destruido la identidad y la historia de otra histórica entre las históricas, León. Han arruinado a toda la región leonesa hasta colocarla en el último peldaño en desarrollo económico, hasta el punto de que en la región leonesa nadie puede invertir nada sin el previo control de Valladolid al más puro estilo colonialista. Esto más que una autonomía es una caricatura, una farsa . En esta autonomía, más que políticos, tenemos parásitos dentro de nosotros sin aportar nada útil a nuestra región. Tenía razón el escritor francés Paul Valery cuando dijo: «la política es el arte de que la gente no tenga capacidad de decidir sobre lo que le atañe». Me pregunto a veces si los leoneses vivimos en una autonomía normal y la respuesta es que no. Los leoneses empezamos a estar muy hartos de que nos hayan integrado en una autonomía que no hemos querido nunca, no nos han querido, sólo nos utilizan. Los que piensan en castellano creen que están en su derecho, los que pensamos en leonés somos insolidarios, aldeanos, egoístas, ingratos, desestabilizadores. Estas historias son parecidas a las historias de traición tan abundantes en nuestro pasado histórico. Si en el pasado fue Castilla la que impidió la expansión de León, hoy, una nueva Castilla, que no es tal, impide nuestro desarrollo económico e identitario. Esta es la democracia que tenemos.

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