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TRIBUNA

¿Es peligroso esquiar en San Isidro?

Publicado por
MANUEL FRANCO BENITO
León

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ES AGRADABLE ver cómo cada día aumenta el número de personas que se animan a disfrutar de un día de nieve en la Estación de San Isidro. Podemos sentirnos afortunados de vivir a poco más de una hora de un espacio que para otros muchos -gallegos y portugueses, por ejemplo- está a varias horas de viaje. Se llegan a congregar hasta 6.500 personas en una jornada como ocurrió el pasado 7 de enero -las cifras de afluencia en fines de semana las podemos leer regularmente en la prensa-. Y todo para disfrutar de un agradable día de nieve. ¿Agradable? No siempre. El número de esquiadores y snowboards -chicos de la tabla- se dispara, lo cual es bueno para: La entidad que explota la Estación (Diputación Provincial) que genera más ingresos por la venta de forfaits -pases para esquiar-, hostelería de la comarca, pernoctaciones, ocupación de los restaurantes, empleo de la zona en el sector servicios, revalorización de inmuebles, etcétera. Pero no siempre varios miles de personas congregadas -a veces más bien hacinadas- en varias hectáreas de terreno -aunque éste tenga lo bucólico de la montaña nevada- son sinónimo de fraternidad y camaradería. Cada vez se ve con más frecuencia que alguna gente tiene de todo menos espíritu deportivo o ánimo de pasar un día agradable. Al igual que no todos los que van a un campo de fútbol, por poner un ejemplo, están dispuestos a pasar un buen rato viendo a su equipo y siendo respetuosos con el contrario, en la nieve, donde se juntan a menudo más personas que en muchos eventos deportivos, no todos respetan las normas de convivencia. Pero se da la circunstancia de que en los eventos deportivos hay conciencia de que pueden surgir problemas de seguridad y se guardan ciertas precauciones dotando los estadios de medios de vigilancia y miembros de la policía. En nuestra Estación de San Isidro, donde resulta agradable ver infinidad de niños y familias disfrutando de la nieve, es cada vez más frecuente ver comportamientos groseros, cuando no delictivos, en gente que, como los conductores temerarios, cree que puede comportarse como le venga en gana en las pistas. Y eso conlleva poner en peligro a otros, a menudo niños, que a veces sufren las consecuencias en forma de un buen susto en el mejor de los casos, o de una lesión más o menos grave en el peor. Como se da la circunstancia que esa gente casi siempre se mueve en grupos, cual hooligans consumidores de bebidas no siempre refrescantes, son muchos los que no se atreven a amonestarlos por miedo a sufrir, en el mejor de los casos, una mala contestación. ¿A quién compete el mantenimiento del orden en las pistas? El personal de la Estación entiendo que pueda estar desbordado de trabajo los fines de semana y por otra parte no es raro pensar que hay que ser muy valiente para enfrentarse a ciertos energúmenos corriendo el riesgo de ser amenazado. ¿Y las Fuerzas de Orden Público? Sí, es cierto, están en la Estación, pero tal vez no en número suficiente ni en los sitios adecuados. Al igual que en los estadios se envían efectivos de seguridad en función del número previsto de espectadores considero que los miles de personas y el perfil incívico cada vez más frecuente en algunas de ellas hacen que sea obligado extremar las medidas de seguridad en la estación. Cada vez se oyen más comentarios pesimistas en el sentido de que mucha gente no ha perdido la educación sino la cordura en las pistas. Si queremos que la Estación de San Isidro sea algo de lo que nos sintamos orgullosos debemos evitar que se deteriore la convivencia hasta el punto de que muchos de los que nos visitan lleguen a plantearse que en otras estaciones tal vez estarán más seguros.