Linares en el recuerdo

SE ACABÓ. No quisiste prolongar más tu lucha a micrófono cerrado, a ti que tanto te gustaba el directo. Nos has dejado y todos perdemos algo. Tu voz risueña y cantarina me llegaba a mí cada tarde no por la radio, sino por el hilo telefónico, para darme los últimos detalles de esa información que cada mañana nos enviabas escrita a máquina, en apretados folios sin margen, y que a pesar de la velocidad a la que los escribías era difícil que se te colara una errata o un error. En la vieja redacción del DL en Pablo Flórez, en los años setenta, tú eras la voz del Bierzo, acompañado por Pedro Blanco en lo deportivo. Así, por teléfono, nació nuestra amistad. Y tu amor por la tierra berciana me fue calando, de tal forma que en el año 79 dediqué ocho días de mis vacaciones a recorrer el Bierzo, en itinerarios que tú me señalabas cada día, y en los que pude comprobar el cariño que te tenían las gentes de cualquier lugar. Y me gustó tanto lo que vi, que quise casarme en la iglesia de San Miguel de Corullón, y para ello encargué los trámites a tus buenos oficios, pero no fue posible porque las obras de restauración lo impidieron. Yoli y tu vinistéis a mi boda y cada año me felicitabas con esas increíbles postales navideñas de tus cinco hijas en bosques y paisajes bercianos. Por desgracia no hemos hablado mucho en los últimos años. La última vez que te ví, aquí en León, estabas feliz con tus nietos. Y así te recordaré, como el hombre sencillo y trabajador que me enseñó a amar el Bierzo, siempre alegre y tranquilo en medio del ajetreo, como si ya fueras dueño del tiempo que ahora posees.