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Publicado por
ROBERTO HARTASÁNCHEZ
León

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CUANDO en los primeros años de traspaso de competencias del Gobierno central a la comunidad autónoma de Asturias, preguntamos a los técnicos medioambientales sobre la estrategia de conservación del oso pardo, recibimos una respuesta desalentadora. En aquellos años, cuando lo que primaba era el concepto de medio ambiente urbano y desarrollo, los técnicos no dudaron en responder que la política regional no contemplaba la conservación de esta especie en su medio natural, ya que dicha conservación, y por tanto la del territorio donde habitaba, chocaba de plano con los planteamientos de desarrollo para los territorios rurales de montaña. El oso pardo, como especie salvaje, cuyos requerimientos ecológicos de conservación se consideraban muy exigentes, no podía convertirse en un freno al modelo de desarrollo que debería equipara las comunidades rurales de montaña a las de los núcleos urbanos, mejorando su calidad de vida, una necesidad mucho más prioritaria que la propia conservación del oso. Y era evidente que en aquellos años las áreas rurales de montaña y la propia región en general, necesitaba de mejoras socioeconómicas. Muchas aldeas de montaña carecían de comunicaciones y luz. Y la entrada de España en la Unión Europea, si no se remediaba, conduciría a estos territorios a una desigualdad sin par respecto a otras áreas comunitarias. Más de veinte años después se ha alcanzado aquel modelo de desarrollo que la administración regional de Asturias deseaba para las áreas de montaña, pero el oso no se ha extinguido, al contrario, su población incluso ha aumentado notoriamente. Aquellos territorios incomunicados hoy tienen buenas carreteras y excelentes servicios y unas perspectivas de futuro donde la conservación de los recursos naturales, incluida la conservación de los osos, es un valor en alza. Áreas como Somiedo, convertidas en parque natural han visto como, en gran medida gracias a la imagen del oso, han pasado de tener cero camas de alojamiento, a las más de ochocientas que posee en la actualidad. Y el modelo de Somiedo es idealizado por otros muchos municipios de montaña que han apostado por conseguir un desarrollo económico en armonía con la conservación de sus recursos naturales, reclamando incluso que el oso vuelva a sus territorios, conocedores de la gran imagen ambiental de esta especie. Choca que a estas alturas, donde se ha demostrado que la conservación del oso pardo en la Cordillera Cantábrica se ha convertido en una estrategia de desarrollo, surja la voz discordante del señor alcalde de Palacios del Sil que denuncia las limitaciones que sufre el territorio que administra a causa de la necesaria conservación de los osos. Deberíamos preguntarnos si esas limitaciones a las que alude el señor Orlando no están más vinculadas a la ya vieja estrategia que se vive en Palacios del Sil de mantener los recursos naturales bajo los exclusivos intereses de un pequeño sector que los explota para la caza y donde la gestión del oso pardo y su conservación, en vez de convertirse en motor de desarrollo tal como está sucediendo en otros territorios de la Cordillera Cantábrica, se convierte en una molestia permanente que limita esos intereses. Habría que plantearse también si la actividad cinegética a la que el señor Orlando profesa una especial dedicación, aporta un beneficio neto a los intereses generales de su comunidad. Acusar al oso pardo y a las estrategias de conservación de los recursos naturales de ser un freno implica considerar que gran parte de los modelos de desarrollo socioeconómico que se plantean desde las más variadas estrategias están equivocadas. La más evidente y conocida la llamada estrategia del desarrollo sostenible. La más conocida definición del Desarrollo Sostenible es la de la Comisión Mundial sobre Ambiente y Desarrollo (comisión Brudtland) que en 1987 definió el Desarrollo Sostenible como: «El desarrollo que asegura las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para enfrentarse a sus propias necesidades». Declaración de Dublin: «El medio ambiente depende de nuestras acciones colectivas, y el medio ambiente de mañana de nuestras acciones de hoy» Conservar los recursos naturales y al mismo tiempo, y dentro de ellos, proteger al oso pardo es sólo una decisión de inteligencia política.