Diario de León
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JOSÉ CAVERO
León

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EMPIEZAN a aparecer en una cierta proximidad las primeras de las tres urnas previstas, en principio, para este año 2005: dentro de dos semanas, la consulta sobre la Constitución Europea. Un par de meses más tarde, el 17 de abril, las autonómicas vascas. Y cabe suponer que unos meses más tarde, los gallegos tendrán otra cita parecida, toda vez que Manuel Fraga ya ha proclamado que está decidida su propia designación como candidato para volverse a suceder en el cargo de presidente de la Xunta. Cada una de esas tres invitaciones a votar tiene sus correspondientes incógnitas, qué duda cabe, y en ninguno de los casos son incógnitas menores. En primer lugar, el próximo día 20, está por ver si ganará el sí a la Constitución europea es decir, al Tratado comunitario que sustituirá al Tratado de Niza, del que Aznar aún se muestra abiertamente nostálgico y que echa de menos abierta y públicamente, cabe suponer que con el correspondiente disgusto de su sucesor en la presidencia del partido, Mariano Rajoy, que ya ha anunciado una intensa campaña a favor del sí a la Constitución que aspiran a ratificar los veinticinco países de la UE. Sigue sin entusiasmar, pero se confía en el esfuerzo que se disponen a realizar, desde este próximo fin de semana, los líderes de las dos grandes formaciones políticas. Mayor curiosidad política, con toda probabilidad, suscitan las urnas vascas,

que han de servir para renovar el parlamento regional. Ibarretxe ha conseguido que esta convocatoria tenga mucho de plebiscito a su propio plan, no hay duda. ¿Plan Ibarretxe, o alternativa socialista? Temen los populares que no haya lugar a mucho más, y que incluso su flamante candidata María San Gil, la gran apuesta de la temporada política, sufra de verse ante una alternativa tan rotunda. Las encuestas avanzan una probable reducción de apoyos al PP, que en la situación anteriores había llegado a ser segunda fuerza de Euskadi. Las encuestas, en cambio, dan por hecho un importante avanza del PSE, tras el anterior espectáculo de divisiones internas. Lo cierto es que María San Gil y Patxi López, cada uno por su lado, representan la oferta constitucional frente al secesionista Ibarretxe, y no es improbable que esa concentración de esfuerzos y siglas coopere a simplificar el mapa político vasco, todavía con varios niveles y siglas de nacionalistas más o menos compatibles entre sí. En efecto, está por ver si aparece alguna nueva sigla en sustitución de los batasunos o si Madrazo consigue revalidar su anterior presencia de tres diputados en la cámara regional. Son otras dos incógnitas que tendrán que resolver los vascos dentro de menos de dos meses y medio.
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