Diario de León

FRONTERIZOS

Eutanasia del carnaval

Publicado por
MIGUEL A. VARELA
León

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ES DOMINGO de carnaval en la ciudad, en la comarca, en el país, y hay un aire como de fiesta triste, de trapillo colegial, de charanga funcionarial. Nada que ver, claro, con lo que se supone fue el espíritu carnavalesco: transgresor y calavera; atávico y pagano; desenfrenado y carnal. Mantenemos con el oxígeno de las arcas públicas una fiesta que murió hace ya mucho tiempo porque en el fondo nos da miedo saber la verdad y preferimos disfrazarla para hacer como que no nos pasa nada, que después del desenfreno forzado y tontorrón de estos días viene una cuaresma que ya no sabemos qué significa, y después unos días de celebración que hemos convertido en puente vacacional, en religiosidad turística, en folletos de cuatricomía barnizada. Probablemente, la generación de la cuarentena ya no llegó a conocer el Carnaval que es, tal vez con la del solsticio de verano, la fiesta con más sentido antropológico, una espita por donde el humano dejaba salir la tensión de un paisaje existencial sin demasiados horizontes. Tanto el carnaval rural, ritual y ceremonioso, como el urbano, más jocoso y pantagruélico, murieron a manos de una sociedad que ha inventado otras formas cotidianas de liberar tensiones y en la que presiones como las religiosas se han desvanecido o desviado hacia las nuevas catedrales, esos templos del dios consumo que son los centros comerciales. Pero como de estas cosas no queremos hablar, el estado ha asumido la organización de una fiesta radicalmente individual y absolutamente ácrata en origen y hay estos días por toda la geografía nacional este aire de juerga subvencionada, de festejo que pide a gritos la eutanasia.

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