El milagro del consenso

FUE UN PLENO de unanimidades. Los tres partidos políticos que componen la Corporación en el Palacio de los Guzmanes dieron el visto bueno al reparto de los dineros contemplados en los Planes Provinciales. Un total de 36 millones de euros, más otros once para actuciones en carreteras, que se invertirán en éste y en el próximo ejercicio en los municipios de menos de 20.000 habitantes. El alma de la Diputación radica ahí: en los ayuntamientos con menos de 20.000 habitantes, no en inversiones de «pallareses» y otras locuras. De hecho, el presidente de la institución es el alcalde de todos los alcaldes de los 207 municipios encuadrados en esta condición. Sólo tres -León capital, Ponferrada y San Andrés del Rabanedo- quedan al margen. La unanimidad alcanzada se me antoja como un pequeño milagro político. O tal vez ha sido la culminación, como decía Ortega, de la obra bien hecha. Cada pequeño municipio se juega el éxito o fracaso de la legislatura en esta especie de lotería o reparto. Construir un puente, una línea de alumbrado, renovar el alcantarillado, levantar un frontón, asfaltar un camino o lograr que en el pueblo se pueda ir a misa sin embetunar de barro los zapatos, es motivo suficiente para obtener, casi automáticamente, la reelección del corregidor. No me extraña que las reivindicaciones de los muncipios superaran los 123 millones de euros. El consenso alcanzado, según el presidente de la Diputación y el responsable de Cooperación, se debe a que en el reparto no entró en juego el color político. Es una novedad venturosa. Hemos conocido otros repartos sectarios, más o menos de este tenor: a los míos, todo; a los adversarios, ni agua. Desde el gobierno del Palacio de los Guzmanes se ha dicho que los Planes respaldan al mundo rural y son «solidarios, realistas y ambiciosos». Y desde la oposición socialista y leonesista, que la distribución ha sido «justa, equitativa y solidaria; un ejercicio de buena política», realizada sin sesgo ideológico. Es para felicitarse. En plenos como éstos es donde se comprueba el trabajo intenso realizado en las comisiones previas. Y como fue un pleno de unanimidades, también los tres grupos políticos se pronunciaron a favor de la moción socialista sobre la Constitución Europea. Todos quieren y favorecen el sí. Lo rotundizaron a cara descubierta, sin la ambigüedad episcopal, en vísperas de que la provincia se ponga la máscara del carnaval. Ya hemos estrenado el tiempo de lentejuelas, desmadre padre, disfraces, toros y guirrios. Desde La Bañeza a Velilla, pasando por la capital y por todos los municipios provinciales; desde hoy y hasta el miércoles, cuando se entierre de riguroso luto a la sardina, quizá León se parezca a lo que desea ser el resto del año: una máscara. Pero real, sin trampa ni cartón, fue el triunfo de España en el mundial de balonmano. Ganó en semifinales a Túnez (33-30) y ha entrado en la historia. Me emocioné viendo el partido, sobre todo porque el mayor éxito del balonmano español se cimentó en jugadores que han salido de la factoría del Ademar, o dicho con más precisión: de la construída en la base por el hermano Tomás y retejada por el técnico Manolo Cadenas. España ya es medalla de plata. Hoy aspira al oro en la final. Suerte.