Diario de León

TRIBUNA

La UPL y la autonomía leonesa

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DESPUÉS de sendos artículos sobre el Partido Socialista y el Partido Popular y su relación con la autonomía leonesa llega el tercero y último, sobre la Unión del Pueblo Leonés y la citada autonomía. Este partido, nacido unos años después de la aprobación del Estatuto de Autonomía de Castilla, no tiene nada que ver con la injusticia de tal aprobación La UPL inició sus actividades políticas el año 1991, según sus propios dirigentes. Su objetivo prioritario viene marcado con claridad en el artículo-3 de sus estatutos: «...alcanzar la autonomía leonesa, postulado esencial para el desarrollo y progreso de las gentes del País Leonés» En muy pocos años, el partido leonesista creció sorprendentemente. Así, en 1999, en las elecciones ,obtuvo más de 50.000 votos, dos diputados provinciales, tres diputados autonómicos y siete concejales en el Ayuntamiento de León, los mismos que el PSOE. Sin duda, todo un éxito Las esperanzas en las elecciones de 2003 eran muy optimistas. Había posibilidades de alcanzar la alcaldía de la ciudad de León y los diputados provinciales y autonómicos suficientes para ser la llave de la gobernabilidad en la Diputación Provincial y en las Cortes autonómicas. La autonomía leonesa estaba a tiro de piedra. El revés electoral fue, al menos, decepcionante. Se perdió en todos los frentes. Adiós alcaldía, adiós autonomía y, gracias, porque pudo haber sido aún peor. Se esfumaron muchas ilusiones. El máximo dirigente leonesista, el señor Rodríguez de Francisco, hizo unas declaraciones desafortunadas: «León tiene lo que se merece» No terminaron aquí las desventuras leonesistas. Algunos meses después, ante la sorpresa general, sin que se dieran a conocer los motivos, el señor De Francisco abandona las filas de su partido, no sin antes llenar de insultos a los que hasta ese momento habían sido sus compañeros y amigos. ¿Tiene esto alguna explicación? Los ciudadanos del País Leonés y, muy especialmente los de la provincia leonesa, están hartos de la política autonómica impuesta por el PSOE y el PP. Ya en una encuesta publicada en 1982 la mayoría de los leoneses rechazaba la autonomía de Castilla y León porque consideraba que la región leonesa debía tener su propia autonomía separada de Castilla. La idea más generalizada era que las tierras leonesas iban a ser explotadas y sus recursos manipulados en otras partes, sobre todo desde Valladolid, voraz consumidor de nuestros recursos, como así ha sido hasta el día de hoy. Consumada la injusticia de la integración de las tierras del País leonés en la autonomía de Castilla, sólo cabía esperar que no se cumplieran los pronósticos. Vana esperanza, en pocos años se desmantelaba la poca industria que había, los servicios no mejoraban, los jóvenes se veían obligados a emigrar a otros lugares en busca de trabajo. En estas circunstancias, la aparición de la UPL en la vida política trajo nuevas ilusiones. Y así, en pocos años, sin nada a cambio, la UPL recibió más de 50.000 votos ¿Por qué, pues, el traspiés electoral? La respuesta es muy clara: el pueblo leonés no ha recibido de la UPL ni las gracias. Sin querer ser riguroso, hay que decir que los intereses de los ciudadanos no han sido defendidos. La autonomía no solamente no está más cerca sino que está aún más difícil, nuestra identidad menos respetada; nuestra historia más ocultada, incluso ignorada, ya que no se estudia en los centros de enseñanza, cuando hace apenas unos años toda España la estudiaba; nuestros jóvenes emigran incluso más que antes y así un largo etcétera. Esta es la cruda realidad. El desencanto ha sido la causa del revés electoral. Se puede afirmar que la UPL del señor De Francisco tuvo lo que se mereció y que los electores la pusieron en su sitio Cualquiera que conozca un poco la UPL sabe perfectamente que el responsable de la organización estaba en una sola persona, su líder, José María Rodríguez de Francisco. Él monopolizó todo el poder en sus manos, acaparando todos los cargos mejor remunerados. Él debiera responder y respondió echando la culpa a los votantes. Claro, no tenía en su zurrón ninguna conquista que ofrecer a los leoneses. Pero él sí ha obtenido buenos beneficios económicos personales según han comunicado algunos medios de comunicación. No es inmoral ganar o desear ganar mucho dinero, es algo que todo el mundo lo desea, es muy humano. Lo inmoral es aprovecharse de las ilusiones de decenas de miles de leoneses en beneficio propio y eso es lo que parece ha sucedido. La llegada de nuevos hombres a la dirección de la UPL, hombres que ya estaban ahí, pero que no mandaban porque el gran líder no les dejaba, debe traer un soplo de esperanza y de ilusión a los ciudadanos. Todo el mundo sabe que ni populares ni socialistas traerán nunca la autonomía a esta tierra, por eso se necesita imperiosamente un partido leonesista capaz de conquistar los derechos y libertades que nos pertenecen y que ya disfrutan el resto de españoles. Los leoneses, agobiados por los problemas y necesitados de soluciones, necesitamos creer en alguien, confiar en alguien. La nueva dirección de la UPL tiene ante si un reto ilusionante, para reconquistar la confianza de los ciudadanos. Sólo si trabaja con honradez llegará al corazón de los leoneses. Debe olvidarse de las moquetas, de los sillones del poder, y dar prioridad total a la defensa de los derechos de los ciudadanos de toda la región. La UPL tiene que tener confianza en si misma, tiene que convencerse de que no tiene en sus manos la solución de todos los problemas generales de los leoneses, pero sí debe tener la convicción de que todos los problemas generales de los leoneses tienen que estar en sus manos. La UPL no debe olvidar que PSOE y PP jamás traerán la autonomía a esta tierra, algo a lo que no podemos renunciar. Para conseguirla hacen falta votos y para tener votos hay que merecerlos y para merecerlos hay que ganarse la confianza de los votantes. Por sus obras seréis reconocidos, dice la Biblia y dice bien. No hay otra solución: o luchamos por nuestra tierra o nos echan de ella. De momento ya han echado a más de cien mil jóvenes en los últimos veinte años.

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