EL PAISANAJE
El oso y la madreña
A LOS DE ANTIBIÓTICOS les cae un poco lejos y Lagún Air carece de visibilidad allí, salvo para estrellarse otra vez, a pesar de lo cual el presidente de la Diputación, señor García-Prieto, hace lo que puede para crear en el puerto de San Glorio, que está donde cristo dio las tres voces, como su propia nombre indica, la mayor estación de esquí del norte de España. Digamos que algo parecido a Baqueira, con miles de turistas de gorra dominguera pero sin gorrones (perdone la Casa Real). Y el proyecto parece impecable. «Miren ustedes», les ha venido a decir Prieto a sus más estrechos colaboradores, «taponadas las minas y caducada la penicilina, tenemos por aquellos andurriales todo lo que nos sobra a manta: cuestas para subir o bajar resbalando hasta romperse la crisma y un clima de abrigo, tanto que, si no llegan las quitanieves nos ponen a parir, pero para esquiar nos darían las gracias». Por San Glorio se ha dejado caer la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, según la cual es inviable construír nada allí por respeto al oso pardo y sus postreros andares, casi tan reumáticos como los de la población autóctona de dos patas, igualmente en peligro de extinción. Traducido del lenguaje administrativo al román paladino quiere decir que nones de invertir. Otra vez las dos Españas: en la capital del oso y el madroño, o sea Madrid, no tiene ni puta idea de los pueblos del oso y la madreña. Por lo menos podrían contratar de asesor al oso Yogui, un colega del parque de Yellowstone, calle sin número, que come y deja comer.