EL BALCÓN DEL PUEBLO
Dos jotas: Juanín y la Junta
ACABO DE ENTRAR en la página web que pide el voto para que nominen al leonés Juanín García como mejor jugador de balomnano del mundo en el 2004. No me ha costado ni tanto así dárselo. He seguido el Campeonato del Mundo de Túnez, donde la selección española obtuvo la medalla de oro frente a Croacia, doble triunfadora: del mundo y olímpica. España le dio un baño (40-34). El croata Sola, excepcional portero, no pudo ayer conciliar el sueño. Fue una noche de pesadillas. El pitufo que le sobresaltaba era un leonés con raíces en Viloria de la Jurisdición, medalla de oro de la provincia, y extremo imprescindible del equipo que tocó la gloria con sus dedos. Juanín García le endosó once goles, tres de ellos de rosca, que permanecerán en las retinas de todos los aficionados al balomnano. Fue el Juanín mágico, veloz, implacable en defensa, y que aguijoneaba en ataque como una avispa. El mejor. La crítica y los entrenadores son unámimes: Juanín García, 27 años, 47 veces internacional, estandarte del Ademar, el más pequeño de estatura, pero el más grande en efectividad, ha sido decisivo. Fue emocionante. Aunque la felicidad plena no existe. España se había proclamado, por primera vez en su historia, campeona del mundo de balonmano; la Cultural ganó en Baracaldo (1-2), pero mi Barça cayó en el Camp Nou (0-2), con goles del Niño, al que un colchonero amigo le bautiza como petardo. Los azulgranas ya sienten el aliento blanco en la nuca. Hasta aquí lo lúdico/deportivo. En el análisis político hay que mirar por otras rendijas. Es público y notorio que la Junta de Castilla y León vive desde septiembre pasado en un estado de propaganda histérica y antigubernamental. La campaña la lidera el presidente Juan Vicente Herrera, al que sigue muy de cerca el consejero de Fomento, el leonés Antonio Silván. Ya se les está desinflando el globo artificial de los papeles de Salamanca, que tenía como punta de lanza a un corregidor que en lugar de proteger el patrimonio, boicoteaba al mejor Museo modernista de España, la Casa de Lis. Es el mismo alcalde que autorizó el derribo del Gran Hotel, de principios del siglo XX, para transformarlo en apartamentos. Casualmente, el dueño del Gran Hotel es el propietario de la finca en la que veranea en Marbella el corregidor salmantino. La náusea no la ha soportado el concejal de urbanismo, un honesto militar independiente en la candidatura municipal charra del PP, quien ha presentado su dimisión. No admite esos trapicheos. Y ahora que se desinfla ese globo, digo, Herrera y el consejero de Fomento han comenzado a hinchar otro igualmente artificial: el supuesto agrabio que comete el Gobierno con Castilla y León en el Plan de Infraestructuras. Para colmo pretenden involucrar a empresarios y sindicatos en el frente contra el Gobierno. Es evidente que ninguna organización empresarial o sindical se va a dejar manipular en una maniobra tan grosera. Por si suena la flauta, desde la Junta lo intentan. Hasta ahora nadie ha podido demostrar que el plan del PSOE sea ni mejor ni peor que el Viaria de Álvarez-Cascos. Las obras reales siguen haciéndose. Lo demás sólo son propuestas sobre el papel. Habrá que chequear sin tardanza la reordenación del territorio que tiene en cartera la Junta. Quizá lleguemos a esta conclusión: no existe.