¡Horror! ¡dos políticos se hablan!

ESTAMOS fatal acostumbrados. El presidente Rodríguez Zapatero se ha reunido con el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, y es como si hubiera cometido un crimen. Desde el PP vasco han clamado pidiendo explicaciones y transparencia. La valerosa María San Gil ha visto un pacto secreto y se imagina a Patxi López nada menos que como vicelendakari en el próximo gobierno autónomo. ¿Y las tertulias? Las tertulias, tanto de radio como de televisión, también descubrieron todo tipo de perversiones en el encuentro. Como en principio se dijo que ambos personajes habían hablado durante cinco horas, la imaginación se echó a volar: en tanto tiempo se puede arreglar el terrorismo, el Plan Ibarretxe, el futuro gobierno y, si me apuran, el mundo. Lo dicho: estamos mal acostumbrados. ¿Hay algo más normal que una entrevista del jefe del gobierno con el líder de un partido? Debería ser obligatorio que se reunieran con una periodicidad mínima. Debería alarmarnos que no se reunieran. Pero ¡ay, amigos! Imaz es vasco. Y preside un partido que se apellida nacionalista. Y esa gente, hasta ahora, no entraba en el Palacio de La Moncloa. El poder central no se habla con personas ni organizaciones que propugnan la soberanía compartida o sueñan con asociarse a España. ¡Hay que ver cómo el estilo del señor Aznar ha calado en la sociedad! Se han cometido dos errores. El primero es que la entrevista haya sido secreta. Un encuentro secreto suscita todo tipo de especulaciones cuando se descubre. Y el segundo es que se haya sabido. Cuando un gobernante hace algo a espaldas de la opinión pública -y hace muchas cosas, seguramente la mayoría- debe estar seguro de que no hay filtraciones. Y, si las hay, como en este caso, debe disponerse al espectáculo de ayer: a que lo acusen de oscurantista, de falta de transparencia y de pactos secretos. El País Vasco está en periodo electoral y no se perdona ni una. Si el Partido Popular consigue inyectar la idea de que votar PSOE es como votar al PNV, se estará quedando con el voto españolista de aquella comunidad. De ahí la astucia de presentar a Patxi López como número dos de Ibarretxe en el futuro gobierno. Pero que no cunda el pánico. Si Zapatero quiere conservar su masa electoral en el conjunto de España, lo último que hará será aliarse con un partido que hasta ahora mostró su faz más secesionista. Y, en cuanto al diálogo con Imaz, créanme que es la noticia más tranquilizadora que he leído en los últimos tiempos. Ahora se entiende mejor el tono de Zapatero en el debate contra Ibarretxe. Y además, qué diablos: mientras los presidentes del gobierno y del PNV se hablen, no están rotos los puentes. Encenderé las alarmas el día que se dejen de hablar.