Dejadez

PRESUMIMOS los leoneses de ciudad bonita y puede serlo si se cuida, pero lo cierto es que esta capital sufre años de dejadez y, a lo que parece, va a seguir así per saecula saeculorum. No hace falta más que darse una vuelta por sus calles y compararlas con las de cualquier otra ciudad de las que nos rodean, por aquello de que todo se pega, o si queremos ir más lejos las diferencias serán todavía mayores; y nada digamos si la comparación es con cualquier otra ciudad europea de su tamaño. Por supuesto que en ninguna se mueven tanto las baldosas como aquí, ni hay que arreglar una y otra vez los mismos desperfectos. Por supuesto que en ninguna se mantiene el firme (?) en mal estado tanto tiempo como aquí, ni hay que adivinar la señalización horizontal porque brilla por su ausencia. Por supuesto que en ninguna se rompe una parte de la estatua de don Pelayo, como ocurrió aquí en el Arco de la Cárcel y llevan no sé cuántos años diciendo que la están arreglando para volver a colocarla. Ni aunque hubieran ido a Carrara en burro a por el mármol se tardaría tanto. Por supuesto que en ninguna otra tienen desde hace tantos años un monumento a don Quijote, y para más inri en un campus universitario, manchado de pintura, demostrando nula sensibilidad hacia el arte de Víctor de los Ríos y hacia lo que representa. Digo yo que en este cuatrocientos aniversario de la publicación de la genial obra de Cervantes a alguien se le debería ocurrir limpiar la estatua, aunque sea políticamente más correcto leer durante cinco minutos un pasaje de la obra. Por eso me espanta la dejadez y no sé de qué presumimos.