TRIBUNA
La Constitución Europea frente a la extrema derecha
HA SIDO necesario un escándalo en torno a los graves incidentes acaecidos durante la manifestación convocada por la Asociación Víctimas del Terrorismo, con afectados como el Ministro de Defensa, José Bono, y la eurodiputada socialista Rosa Díez, para que desde distintas miradas se constate la existencia de una extrema derecha que peligrosamente se hace notar en el país. Durante esta manifestación, junto a la militancia radicalizada de los sectores mas derechistas del PP, se pudo observar a la práctica totalidad de los grupos ultras con existencia política en nuestro país, quienes, sin pancartas como exigía el Servicio de Orden de la manifestación, no se cortaron un pelo en lanzar consignas anti-gobierno, gritar contra la Constitución Europea y flamear la bandera franquista del aguilucho. Sin embargo no es este el único signo inquietante, otros muchos se han producido en diferentes ámbitos y momentos. Ese fue el caso de la reciente manifestación en defensa de la lengua en Valencia, donde también se dieron cita numerosos grupos ultras, convirtiéndose en una expresión de radical anticatalismo y de rechazo al gobierno socialista. Actividad frenética, conferencias, actos, agitación,... siempre acompasada mediáticamente. Llama la atención la eclosión en Internet de numerosas páginas web en campaña permanente contra el Gobierno, algunas de ellas que alcanzan cotas de infamia y denigración delictiva como la que mostraba, de forma vejatoria y denigrante, imágenes trucadas de las ministras socialistas. Resulta preocupante que la extrema derecha encuentre un escenario donde confluyen con cierta unidad de discurso, cierta unidad de acción y cierta unidad de coyuntura estratégica. A saber, en cuanto al discurso, tanto las proclamas de «unidad nacional frente al separatismo», como de «seguridad y la defensa de la identidad frente al peligro de la inmigración», como la defensa de la tradición católica de España frente al «acoso» laico del Estado, sin olvidar la histeria por el reconocimiento progresivo de derechos civiles a los homosexuales, constituyen la «triada» de agitación donde parece confluir toda la extrema derecha. En cuanto a la unidad de acción, parece que las manifestaciones y otros eventos son lugares donde se esta evidenciando con bastante visibilidad, y finalmente, en cuanto a la coyuntura estratégica, parece que no es difícil que se pongan de acuerdo en un objetivo: Todos contra el PSOE. El futuro debe preocuparnos, aunque sólo sea por los datos de bastantes países europeos que nos preceden en el problema y donde observamos a la extrema derecha perfectamente instalada y en proceso de crecimiento. Incluso nos debería preocupar mas si manejamos algunas hipótesis sobre determinadas coyunturas., como podría ser la de una situación económica de estancamiento o de crisis que produjera un aumento del paro y por consiguiente, presumibles conflictos de xenofobia hacia los trabajadores inmigrantes. Otra hipótesis podría contemplar una crisis agravada de la relación del estado con gobiernos autónomos de signo nacionalista y su consecuente exacerbamiento de sentimientos patrióticos que podría recoger la ultraderecha. Tampoco son descartables otras hipótesis como conflictos de índole religiosa, dados los precedentes de respuesta de algunos colectivos a la creación de mezquitas, especialmente en este período tras el 11-M, además de la inflamación social que pueden producir lanzando soflamas permanentes contra la ampliación de la interrupción voluntaria del embarazo y la extensión del derecho al matrimonio homosexual. Socialmente vienen tiempos difíciles, con circunstancias que alimentan este magma de intolerancia que promueve posiciones entre las gentes que quieren alejar a la sociedad de valores fundamentados en la igualdad de las personas, de la libertad, de la solidaridad, de los valores ciudadanos que incardinan en las raíces ilustradas de Europa y sobre todo, atacar los cimientos necesarios desde los que se construyen las democracias avanzadas. El peligro de crecimiento de la radicalización autoritaria no es un supuesto alejado de la realidad, no sólo por la previsible configuración de una extrema derecha política, todavía en busca de su Le Pen o Haider que lidere y aglutine a sus distintas corrientes ideológicas y se preste a referenciar un posible 10% del electorado, sino por lo que aún es mas peligroso: la penetración de postulados de la nueva derecha autoritaria que explota las contradicciones de la globalización y las proyecta hacia un horizonte totalitario. La Constitución Europea es una barrera frente a estos deterioros, una oportunidad para reaccionar en este match que jugamos con lo mas tétrico del continente, aunque en España, que también en esto tiene una situación diferente, partimos con una desventaja y es que nos quedan enormes flecos de ajuste con nuestro pasado reciente, donde una dictadura insuficientemente revisada y recordada con escasa crítica democrática dejó paso a una transición desmemoriada y poco cuidadosa de exigir cierta responsabilidad con su pasado fascista; un recorrido que puede concluir en unos tiempos como los actuales, en los que tenemos enfrente, de nuevo, a la sempiterna y parcialmente renovada, extrema derecha de siempre.