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DESDE LA CORTE

El divorcio de la España real

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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EL LECTOR encontrará en estas páginas un nuevo barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas. Tiene las partes habituales: la intención de voto, que demuestra que el votante socialista todavía no se ha arrepentido; la popularidad de los líderes políticos, que sale mal para Mariano Rajoy, quizá porque no recoge la aceptación social a su discurso sobre el Plan Ibarretxe; el grado de conocimiento de los ministros, con la perla de que la titular de Educación es menos conocida hoy que hace tres meses, lo cual es un caso insólito en la historia, y los problemas que más preocupan a los ciudadanos. Hoy me quiero detener en esta última faceta. ¿Qué dicen los encuestados por el CIS? Pues, más o menos, lo que vienen diciendo desde hace veinte años: que sus inquietudes más importantes son el paro, el terrorismo, la vivienda y, últimamente, la inmigración, como corresponde a un país que alberga ya a tres millones y medio de extranjeros. Tengo la impresión de que los ciudadanos mezclan en el mismo concepto de «problema» el que padecen y el que temen. El paro, por ejemplo, tiene que ser más temido que sufrido por la mitad de la población. ¿Y qué ocurre con todas esas cuestiones que ocupan los discursos políticos, los debates, las tertulias y muchas páginas de los periódicos? ¿Qué ocurre con el manido modelo de Estado, el Plan Ibarretxe, los papelones de Moratinos, la ocupación de poder, o la manoseada «desintegración» de España? El amplísimo concepto «problemas políticos» en que parecen agruparse esas grandes cuestiones, todas juntas, no preocupan más que al 8,7 por ciento de la población. Es decir, a la clase política y sus familias y a la profesión periodística, que es su portavoz. No estoy menospreciando ese porcentaje: supone unos cuatro millones de votos. Pero sí me parece necesario anotar que existe una desproporción entre las ocupaciones e iniciativas intelectuales de los cuadros dirigentes de los partidos y las preocupaciones del pueblo llano. Los primeros consumen la mayor parte de sus energías en las cuestiones políticas, muchas veces etéreas, y el personal de la calle anda en lo tangible, que la tradición ha convenido en llamar «las cosas de comer». No debe extrañar, por tanto, que, cuando llega una encuesta sobre el Plan Ibarretxe, el 60 por ciento de los vascos no sepa de qué va ese proyecto, o que hoy mismo el 90 por ciento de los españoles ignoren por completo el contenido de la Constitución Europea que vamos a votar dentro de nueve días. Se está produciendo un divorcio entre los temas que ocupan a la opinión dirigente y la opinión pública. Otra vez, como en tiempos del franquismo, se vuelve a enfrentar la «España real» a la «España oficial».