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TRIBUNA

Que trata de la autonomía para León

Publicado por
ENRIQUE LOPEZ LAGE
León

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AÑO ES este en el que será nombrado, recordado, zaherido, ensalzado, burlado, exaltado, celebrado, vilipendiado, glorificado y todos los participios que imaginar podamos, que más serán sesgados a bondad y respeto que a denuesto de su triste figura, el caballero inmortal de la Mancha. Su locura, sus utopías, su temeridad, su temple, su bondad, su verborrea, su osadía, su ingenio, sus impagables discursos, su agudeza y sus desvaríos serán, sin duda, motivo de admiración y de regocijo. Yo, un su humilde servidor tomaré un jirón de su estandarte y, sin que nadie me hubiere llamado, acudiré al socorro de los que en confusión andan. Espero que el cielo perdone mi arrogancia por tratar de dar consejos en lar ajeno, aunque diría más bien en casa no propia de cuna. Mi intención siendo buena hará que queden sin mácula los defectos que mis críticos, que espero no se alonguen en demasía de las ecuánimes sentencias de Salomón ni de los prudentes asertos de Solón, vociferen. Hablar quiero sobre la autonomía de León. Paréceme y lo doy por cierto, que preguntada toda la ciudadanía leonesa si fuera su deseo desasirse de su compañera Castilla, responderían más de un 90% de manera afirmativa. Y sintiendo esto tan verdad como que el monte Teleno reina sobre las gentes maragatas no se vislumbra, sin embargo, estrategia que los leoneses procuren para dirigirse por ellos y no con las directrices que en Pucela se forjan. Analicemos la posición de los tres partidos con representación política en nuestra provincia ante el asunto que nos ocupa. El PSOE parece querer decir que sí, que bueno, pero no mueve pieza; el PP parece que no está por la labor, por mor de sus cúspides, ya que, aunque por lo bajo, la mayoría de sus militantes y votantes no niega su leonesismo, y la UPL incluyó la autonomía en sus fundamentos pero hace tiempo que se quedó petrificada en enredos menores. Los dos partidos grandes no quieren abanderar abiertamente la autonomía para León porque ello, con alta probabilidad, les llevaría a perder apoyo electoral; sería razonable pensar que el partido que tomara esta iniciativa medraría en León, pero podría reducir su caudal de votos de manera significativa en el resto de las provincias de la actual Comunidad Autónoma y esta circunstancia impide que sus núcleos directivos, que serían los primeros en responder de un descenso electoral, se atrevan a dar el paso. Para el otro partido la táctica de ataque y desgaste le resultaría muy sencilla con argumentos tales como la deslealtad, el egoísmo, el partidismo, el localismo trasnochado, la generación gratuita de inestabilidad y de conflicto, incrementar de forma irresponsable la ya elevada tensión centrífuga actual, etcétera. ¿Y la UPL, que debiera ser el natural timonel de este bergantín abandonado por los vientos? Hace ya que se perdió en oscuras selvas, por haberse apartado del recto camino, como Durante en mitad de su vida, y no hallando ningún Virgilio que le guiara en las escarpadas cuestas por las que retornar a las sendas virtuosas, quedado ha paralizada por panteras y lobas que al camino le han salido. No nacieron los partidos autonomistas para pugnar por concejalías, asientos en Consejos de Administración, ni para oficiar de bisagreros aprovechados; ni poner o cambiar farolas, aceras o plazas fue su objetivo, que para eso debieran estar ya otros, pero a lo que parece adormecida y desnortada vaga desde hace un tiempo nuestra querida UPL. ¿Cómo romper este estático y baldío círculo? Con la movilización ciudadana. Tienen que ser los movimientos cívicos, las asociaciones de toda condición, culturales, deportivas, gastronómicas, filatélicas, de defensa de la naturaleza, de trabajadores, la Universidad, la Sanidad, etcétera, las que reinicien el proceso y para ello es imprescindible manifestarse y tomar la calle, pacíficamente, poco a poco, las veces que fuere preciso hasta alcanzar multitudes. Los partidos las apoyarán una vez convertidas en masivas. Y en las otras provincias de la actual Comunidad Autónoma iría ganando fuerza la idea de que lo quiere la gente, al margen de los partidos políticos, con lo que el coste electoral para estos sería insignificante. No nos enzarcemos en historias de siglos de más o menos, ni en reyes de aquí o de allá, ni en límites al norte o al sur, en los que cimentar nuestras demandas; ni en artículos y apartados de leyes con los que construir las vías por las que transitar para alcanzarlas. Eso es lo menor. Todo ha de ser unión y voz. Y debe ponerse en escena en la calle. Ya, sin esperar a los partidos, inertes en sus maquinarias. Sin mirar lo que los demás hagan ni cuándo. Plataforma Pro Identidad Leonesa, me dirijo a ti por estar ya en pie, pero otro u otra cualquiera podría ser el receptor: cuál Lázaro, levántate y anda, que al caminar irás engrosando tus espaldas, y no te has de fijar si los tiempos son los oportunos, que para las justas demandas no los hay contrarios. El amante de su tierra debe velar por el adecuado futuro, granero y sostén de los suyos, y antes parece humillado en la indolencia que honrado en la contienda por obtener lo que justo y necesario es. Los derechos, las más de las veces, se consiguen no se otorgan. Decía el discreto: «si capaces no son, no se lo merecen». Construyamos entre todos la Autonomía para León y loado sea, en este año de homenaje, el castellano Miguel de Cervantes, faro de nuestra lengua, que lo uno en contra no tiene por qué ir de lo otro.