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Publicado por
MIGUEL A. VARELA
León

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PONFERRADA quiere, ¡al fin!, echarse al monte. Quizá por la abundancia de lo que le rodea o tal vez como renuncia de un pasado histórico en el que el aprovechamiento de la naturaleza era sustento para sus habitantes y base incluso para su mítica religiosa, la ciudad ha estado en el último siglo poco atenta al monte. Y así, tanto el Pajariel como el monte Castro, del que también habría que acordarse, se han limitado a vigilar pacientemente el hormiguero que se iba extendiendo a sus pies mientras sufrían las consecuencias del desprecio: incendios voraces y criminales, reforestaciones poco afortunadas, invasión industrial de sus rincones... Ahora se plantea redactar un Plan Director de actuación sobre el Pajariel, el monte sagrado arrojado al abismo por los ponferradinos, que nunca quisieron ver en él la señal de entrada a nuestro sur, que también existe. El movimiento ecologista, o al menos aquel que por entonces no estaba a sueldo de nadie, ya había planteado a principios de los noventa un proyecto de intervención razonada sobre esta zona como punto de partida para un plan integral que actuara sobre todo el valle del Oza y los Aquilanos en su conjunto, nuestro paraíso particular, tan sobrado de argumentos medio ambientales, artísticos y culturales, es decir, de potencial económico. Se ha perdido, por tanto, un tiempo precioso pero vamos a pensar que todavía estamos a tiempo de que nuestro humilde Olimpo tenga su plan, sea integrado en una ciudad que se apunta a la sostenibilidad para mejora de la calidad de vida de sus habitantes y a los ponferradinos nos quede la posibilidad, al menos poética, de echarnos al monte.