CRÓNICAS BERCIANAS
Pucherazo electrónico
HACE sólo diez años, Internet era un lujo al alcance de unos pocos y hoy ya se está hablando de usar la red para votar. Ponferrada ha sido estos días la única población de la provincia, seleccionada junto a medio centenar en toda España, donde sus vecinos censados han podido participar en el ensayo de votación cibernética que el Ministerio del Interior ha puesto en marcha coincidiendo con la celebración del referéndum sobre la Constitución Europea. La idea puede parecer buena, porque acerca la democracia al ordenador de nuestras casas, pero también mala, muy mala, porque somos muchos los que desconfiamos de la seguridad que pueda ofrecer la red en un asunto de tanta trascendencia como unas elecciones. Sólo de pensar que un pirata informático pueda desembarcar impunemente en mi ordenador personal y alterar el resultado de mi voto, me echo a temblar. Y más miedo me da que la manipulación se pudiera producir a gran escala y la democracia estuviera expuesta a los mismos virus que a diario asaltan los correos electrónicos de millones de internautas. No me inspira confianza la red, y debe ser porque todavía prefiero el periódico de papel, que deja manchas de tinta en los dedos, a las ediciones digitales, aunque valore el avance que supone la constante actualización de noticias. Así que me temo que si alguna vez el correo electrónico se convierte en una herramienta válida para votar, yo seguiré acercándome al colegio electoral para depositar mi papeleta en la urna. Si todavía se producen pucherazos empleando sistemas tan convencionales como las papeletas perforadas de Florida que hace cinco años le costaron a Gore la presidencia de los Estados Unidos, imagínense un recuento de votos virtuales, que sólo existen en un universo que puede desaparecer en cualquier momento. Alguno dirá que pretendo vivir de espaldas al futuro. Pero hay que ver el futuro que nos espera si no hacemos algo ya para suavizar el cambio climático. La misma semana que entraba en vigor el Protocolo de Kioto, el Ayuntamiento de Ponferrada, la primera localidad de Castilla y León en formar parte de la red europea de ciudades y pueblos sostenibles, convocaba a los agentes sociales -nombre que se emplea para abreviar el largo listado de sindicatos y organizaciones patronales, asociaciones culturales y colegios profesionales que en otro tiempo alguien definía como «fuerzas vivas»- para crear un consejo asesor de la política medioambiental del municipio. Si no fuera porque es el PP quien nos gobierna en Ponferrada y su ideario está muy lejos de los postulados de Porto Alegre, me parecería estar asistiendo al embrión de un órgano de democracia participativa escuchando las palabras del alcalde. El consejo, sin embargo, tendrá un carácter consultivo, que nuestra democracia no es asamblearia, todavía no sé si por fortuna o por desgracia. En cualquier caso, no estaría de más que se estrenara expresando una opinión sobre el verdadero estado de la contaminación en la ciudad. Todavía tiemblo un poco, igual que si me hubieran robado el voto electrónico, cuando veo al PSOE denunciando la manipulación de los datos de polución y al PP negándolo.