EL RINCÓN
Analistas
NO SIEMPRE se puede cantar victoria: a veces hay que cantar derrota. Para hacerlo basta con tener ganas, voz, oído y sentimiento. Además, cada español puede hacer suya la copla anónima esa que dice: «Yo no canto por cantar/ ni por sentirme la voz./ Canto pa que no se junten/ la pena con el dolor». Es la hora de los intérpretes y donde algunos analistas con carné ven una participación aceptable, aunque bajita para su edad, otros aseguran que se trata de un rotundo fracaso del Gobierno, ya que la participación ha sido la más exigua de la historia de la democracia. De lo que se trataba era de aprobar el Tratado de la Constitución. La motivación ciudadana es otra cosa. Por añadidura, hay que festejar que no se hayan registrado incidentes, cosa que suele suceder cuando falta pasión, palabra que tiene la misma raíz etimológica que padecer. No se han encendido demasiado los ánimos con esta convocatoria. Muchos filósofos han muerto convencidos de que la pasión y no la razón es lo que gobierna el mundo, pero ahora se trata sólo de gobernar un poco mejor Europa. Un tercio del electorado ha dicho «sí». ¿Qué importa que Mariano Rajoy le atribuya el triunfo al PP y la abstención a Rodríguez Zapatero? Lo más satisfactorio es que a Carod Rovira no le haya satisfecho el resultado. Cada partido político, hasta los más ciegos, tiene su punto de vista sobre la jornada electoral. Por eso no es improbable que los análisis sobre los efectos de la campaña duren más de lo que ha durado la campaña. Hay que congratularse de que todos los partidos, incluso IU, hayan expresado su contento. En esto de los partidos los más claros son los de fútbol. La victoria del Athletic de Bilbao sobre el Madrid en el Bernabéu, que no se produjo por votación, sino por dos goles a cero, ha movilizado a los analistas deportivos, que también son numerosísimos. Unos muchachos de su tierra derrotaron a un cónclave de millonarios traídos de otras galaxias a golpe de chequera.