Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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ESCRIBIÓ la feminista Flora Tristán que dos cosas producían su admiración: la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los hombres. Tenía toda la razón del mundo, pues en la reseña genética canina se incluyen menudencias como la capacidad para detectar el cáncer mediante el olfato, aparte de llevar en su cuerpo un gen de la epilepsia que podría ser utilizado en el futuro a modo de apagafuegos contra tan devastador mal. En definitiva, que a fuerza de inspiración, ganas y empuje, lo que les falta de alma a los perros, sean caniches, dálmatas o salchichas, les sobra de instinto e inteligencia natural. No sólo eso: científicos de la Universidad de Northwestern, en Chicago, aseguran que las personas que comienzan un régimen con su perro, adelgazan mucho mejor. ¡Jo! Aunque no se explican demasiado bien las razones de tan sorprendente conclusión, quizá un rabazo a tiempo en la hamburguesa, es posible que los canes, esos animalitos con pocas letras pero muchas luces, guarden un par de trucos nuevos en su maletín que resultan inaccesibles para la más bien estulta naturaleza humana. En este mismo sentido, cierto médico valenciano ha sido condenado a una fuerte multa por mandar a un amigo a realizar las visitas domiciliarias en su nombre, sin estar titulado ni tener nada que ver con Hipócrates y su estricto juramento. ¡Muy mal hecho, señor! Porque si al menos hubiera enviado a su perro, el célebre doctor Guau, los pacientes habrían estado seguros de lo correcto del diagnóstico. En dos palabras, otra de esas tradicionales chapuzas hispanos que nos reafirman en lo ya sabido: cuanto más se conoce a los hombres, más se admira a los perros.

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