En silencio

LAS ASOCIACIONES de víctimas del terrorismo le han comunicado al presidente del Congreso, Manuel Marín, que no quieren participar en ningún acto político de homenaje a sus familiares asesinados en el atentado del 11 de marzo del pasado año. La decisión de las asociaciones de victimas del terroristas no ha cogido del todo de sorpresa a la clase política. Lo veían venir. Los familiares de las víctimas están hartos, hartos porque se creen manipulados por unos y por otros, incluidos los medios de comunicación, y reclaman celebrar el triste aniversario sin ceremonias oficiales, sin políticos haciéndose la foto. La heridas del 11 de marzo están abiertas. Es de todo punto imposible olvidar aquella mañana en que un grupo de fanáticos islamistas decidió segar la vida de ciudadanos anónimos que ese día se disponían a subirse en los trenes para llegar a sus lugares de trabajo. Pero no sólo los familiares de las víctimas no pueden olvidar y sienten el dolor a flor de piel, el resto de los ciudadanos tampoco olvidamos y compartimos el mismo dolor. Es difícil explicar a los familiares de las víctimas de la necesidad de informar, de que allá donde ellos ven intrusión por parte de los periodistas lo único que hay es la obligación de informar, de contar lo que sucede, porque no hay democracia sino hay libertad d e información, si los ciudadanos no tienen información puntual de cuanto pasa. Sí, se puede exigir mayor sensibilidad a la hora de informar de determinados sucesos, pero a la postre hay que informar.