TRIBUNA
Razón y Euskadi
SE DISCUTE y combate al plan Ibarretxe sin que muchos críticos hayan leído ni sepan lo que es: una propuesta de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi. Al leerlo he comprobado que nada tiene que ver con lo que se comenta en medios de comunicación, que atrapan el debate político, crean un metalenguaje, de manera que da lo mismo lo que diga el texto sobre el cual se discute. He oído decir a personas que lo vilipendian que no lo han leído ni falta que les hace. La construcción de una mentira social es altamente peligrosa, pues acaba siendo imparable y de consecuencias imprevisibles. Llega un momento en que no es posible razonar, tan sólo actuar porque la mentira se convierte en verdad, en virtud de que se cree sin más. Y los primeros que caen en esta trampa, inserta en la naturaleza del lenguaje, son quienes representan a las instituciones, pues funciona mecánicamente como elemento que construye el poder político. Llega un momento en que los gobernantes no responden a dicho proyecto, sino a la imagen que se ha creado sobre él. Recomiendo el libro de John Wilson, El lenguaje y la búsqueda de la verdad . Explica que los desacuerdos entre naciones pueden resolverse por medio de explosiones o de la palabra. Pero la palabra no razonada puede ser un primer paso hacia la violencia, como sucede con el terrorismo, pero también en el combate contra él si no se razona. Desde la emocionalidad las palabras suenan como rituales, no comunican nada cierto, sino que expresan sentimientos. Se repite una idea, pero no se verifica. De tal manera que se forma una creencia, la cual se entiende como verdad, lo sea o no. El insulto y la descalificación se convierten en argumento. Para verificar lo que se oye en los medios de comunicación, sobre la propuesta de estatuto, basta leer el texto, pero ocurre lo que comenta el autor aludido: «Las personas estamos más preparados para tomar medidas violentas con tal de reforzar las inverificables creencias». (V.g. el peligro de las armas masivas en Irak) Ciñámonos a un aspecto: el referéndum ¿Inadmisible políticamente? ¿ilegítimo? Un referéndum es un método democrático para resolver los conflictos. Tal es el desarrollo y sentido de la democracia. De lo contrario se convierte en un mecanismo de Poder. La democracia se articula sobre la participación de la sociedad. Hay autores como Von Mises, Hayek (un seguidor de sus propuestas es Herrero de Miñón, quien participó en la redacción de la Constitución Española) los cuales, desde el liberalismo económico, proponen insistentemente que los problemas territoriales de independencia se resuelvan mediante referéndum. ¿Ilegítimo? Una Constitución no es un conjunto de principios fundamentales e inamovibles. Tal como comenta Francisco Rubio Llorente, catedrático de Derecho Político, es «la manera de adecuar la forma del Estado a la compleja estructura de nuestra sociedad», la cual cambia en la medida que pasa el tiempo. Precisamente el sentido del estatuto político de la Comunidad de Euskadi es «incorporar la voluntad democrática de la sociedad vasca al ordenamiento jurídico» (Art. 17, f) Para lo cual plantea un autogobierno libremente asociado al Estado español. Es así como lo legítimo se convierte en legal. Supone la culminación del Estatuto de Guernica y dar un paso más en la Constitución Española, para pasar de ser una Autonomía a una Comunidad nacional. Se propone una vía pacífica y democrática, cuyas posibilidades, en cuanto a referéndum y modificaciones pertinentes, contempla la propia Constitución, si no específicamente para este proyecto, sí de manera que se pueda adaptar, sin ningún problema y dejar que sea la ciudadanía quien exprese su voluntad (Art. 152, 2; 148,2, 147,3, 151,2) Por otra parte el conflicto de la relación de Euskadi con el Estado español es muy anterior a la Constitución española. El año 1978 se llegó a un acuerdo de transitoriedad, para hacer posible el establecimiento de un modelo democrático en nuestra sociedad. Lo que sirvió hace unos años puede ser hoy ser insuficiente. Y lo que surja en la actualidad, dentro de un tiempo será replanteado. Tal es el devenir de la Historia. El PNV lleva esa propuesta en su programa. Si plantea democráticamente su idea tiene todo el derecho y debe tener la oportunidad de sacarlo adelante o no, según la voluntad mayoritaria de la sociedad ¿Si mayoritariamente la sociedad española deseará establecer la III República no sería posible democráticamente y siguiendo unos cauces de modificación de una Constitución que define el Estado español como una monarquía parlamentaria (Art. 1,3)? ¿Qué pintan si no los partidos republicanos o nacionalistas? De otra manera estaríamos en una farsa que hace que una mentira esté dentro de otra mentira y se desarrollen múltiples mentiras que se convierten en verdad simplemente por falta de razonamiento y cultura política. Los únicos límites de los estados constitucionales son el respeto a los Derechos Humanos y, por ende, que no se impongan mediante la violencia. El nacionalismo de izquierdas no plantea ahora la independencia. Lo que la define es la política exterior, el control de la política monetaria y la seguridad ante peligros externos, lo cual ya no corresponde al estado-nación ¿Quién define la política agraria sino Europa, por ejemplo? Pero lo mismo sucede con España. Asistimos, sin quererlo ver, a una modificación de la estructura territorial de Europa y en lugar de tomar conciencia de este cambio se hace marketing sobre Europa, sin analizar que hace falta construir un estado transnacional europeo que supere los problemas nacionalistas, pasando a otra etapa de la Historia, la cual llegará, pero parece que hiciera falta pasar por conflictos irracionales, por no impulsar la razón política. Europa funciona como Estado, pero no es un Estado. El Estado español y los demás de la Unión Europea, son Estados, pero tal como indiqué más arriba ya no funcionan como tales en buena parte de políticas sectoriales. Lo cual evita solucionar pacíficamente problemas que no tienen la más mínima importancia y, sin embargo, se convierten en dramas humanos y socioculturales, como los de las nacionalidades históricas y otros que irán aflorando. «Que confiesen los poderosos que no defienden el derecho, sino la fuerza... será bueno descubrir el artificio con el que engañan a los demás y se engañan a sí mismos para poder fundar la idea de la paz perpetua» (I. Kant).