La soledad del PP

LA AUTOCRÍTICA no es precisamente una de las virtudes cardinales del PP. Otras tiene como la fortaleza ante la adversidad y hasta la templaza de la que da sobrada prueba su máximo dirigente. Pero de autocrítica andan ayunos. Solos contra todos, orgullosamente solos y hasta divinamente solos, pero solos al fin y al cabo. Se quedaron así con su mayoría absoluta y un año después de perder las elecciones y el poder continúan igual. Acusan al PSOE de pactar con todos sin importarles contradicciones ni principios, y puede que alguna razón lleven, pero ellos son incapaces de pactar con nadie. Semana a semana la escena se repite en el parlamento y los populares parecen permanecer en territorio de lo absoluto: de la mayoría que tuvieron, a la verdad que pretenden poseer. No siempre fue así y si le echan una pizca de memoria descubrirán de inmediato que cuando todo fue mas relativo fue mejor: para ellos y hasta para todos. Cuando por los pelos ganaron las elecciones de 1996 y hasta se puso en duda su capacidad de formar Gobierno y mantenerse en él, dieron ejemplo de cintura y capacidad de acuerdos. En el Parlamento, con Luis de Grandes como eficaz urdidor, no perdieron votación alguna y aquel Ejecutivo ha pasado a la historia del país como uno de los mejores, mas eficaces, dialogantes y positivos. Por ello ganaron por goleada en el 2000. Fue a partir de ahí cuando comenzaron a errar la senda y ya en el 2002 estaban instalados en la soberbia. Hoy donde están es en la oposición y a muchos les parece un axioma su incapacidad de pacto alguno. O ganan por la absoluta o al hoyo.