Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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DADO el surtido de verracos a la carta con que cuenta el país, no resulta extraño que un equipo de investigadores haya logrado obtener y secuenciar el ADN de un neandertal que vivió en la cueva asturiana de El Sidrón hace la friolera de 43.000 años. Decía Freud que la anatomía es el destino, y a partir de las sobras neandertalienses los científicos podrán rescatar la historia de la secuencia humana desde que nuestros antepasados llegaron de África, dispuestos a comerse el mundo y entramparse a base de hipotecas. No parece casualidad que los restos del neandertal aparezcan en la franja norte de España, tan sobrada de personajes que presentan las hechuras del burro que montaba Sancho Panza. Sin ir más lejos, ahí tenemos a Ibarretxe y el famoso plan de belleza en 7 días, escoltado siempre por su fiel escudero, el pequeño Josu Jon. La antigua civilización egipcia creía que el cerebro no servía para nada, evidencia plenamente comprobada tras escuchar al lendakari disparatar en el Parlamento, desplegando su burda sofisticación personal en pos del independentismo más absurdo e irredento. ¿Y qué me dicen de Carod Rovira, esa cabeza de cacahuete afectada por un trastorno histriónico anti-Madrid que casi lleva a la ruina a los productores de cava catalanes? O del señor Fraga, de quien se rumorea va a ser cabeza de cartel en la próxima campaña de promoción condonera; el «póntelo, pónselo» en clave de gaita y muñeira. La burricie hispana, en fin, es un saco sin fondo desde los lejanos y fríos tiempos del neandertal. Un ser simple, si se quiere, pero que a diferencia de este elenco de artistas ya sabía aquello de «merluza, salchicha o pollo, lo que mola es el buen rollo».

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