Diario de León

CON VIENTO FRESCO

La niña de los embustes

Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

Creado:

Actualizado:

NO SE trata de ningún nuevo centenario, como los del Quijote o la Pícara Justina, que este año cumplen el aniversario -cuatrocientos años- de su publicación, sino de una nueva y sabrosa edición de La niña de los embustes , Teresa de Manzanares, que en 1632 publicó el vallisoletano, natural de Tordesillas, Alonso de Castillo Solórzano. Se trata de una obra difícil de encontrar en las librerías. Existían varias ediciones que la incluían dentro de obras generales sobre la novela picaresca o la novela picaresca femenina, pero no conozco mas que una en que aparecía sola. La publicó Aguilar, dentro de la colección crisolín en año 1964, sin un estudio previo. La que comentamos se acaba de publicar en enero de 2005 en la editorial Debolsillo, en la colección Clásicos Comentados, con un interesante estudio y notas de la profesora María Soledad Arredondo. El libro tiene un interés especial para los bercianos, pues se inicia con un primer capítulo delicioso, en el que la pícara madrileña narra sus antecedentes familiares, que tuvieron origen en Cacabelos, villa en la que nació su madre Catuxa de Morrazos, de los amores bucólicos de un gallego, que vino a Cacabelos con una partida de vacas a las renombradas ferias de la villa del Cúa, y una berciana, que en un prado estaba repastando las suyas. Aunque Dominga, que así se llamaba la abuela, ocultó un tiempo su preñez, al fin sus padres dieron con el interfecto, obligándole al casorio, cosa que debió hacer de buena gana «por haberle herido el virote de Cupido». La niña Catuxa, al contrario que sus convecinas, salió hermosa -«el valor de Galicia y la gala de Cacabelos»- y bien dispuesta; pero tan enamoradiza como su madre, así que en otra feria se dejó engatusar por un mozo segoviano de fina estampa, criado de un canónigo que iba a la corte, y tras él -«gozando Tadeo todas las noches de su hermosa ninfa gallega»-, se fue ella, pronto engañada y desilusionada. Pasado el tiempo y tras algunas aventuras de Catuxa en la corte, nacería la protagonista Teresa de Manzanares, hija de gabacho, gente que por entonces abundaba en España. La singularidad del Bierzo no se le escapó a Castillo Solórzano, pues señala que Catuxa de Morrazos «tuvo su patria en Galicia, en la villa de Cacabelos», algo que le lleva a hablar a la profesora Arredondo, en varias ocasiones, de Galicia como patria de la madre de la protagonista y no el Bierzo, pese a que Castillo matiza que «mi agüelo no era bien tinto en gallego, sino de los asomados al reino; quiero decir de los ratiños que ni son de Dios ni del diablo; que como en los bizcos está dudoso el saber a qué parte miran, así él ni bien era cristiano ni dejaba de serlo: tan bárbaros hombres se hallan tal vez en aquella tierra». Ratiños, dice en nota a pie de página, era el término que se aplicaba entonces a los bercianos, y así aparece en el Casares y otros diccionarios. Pero la cercanía a Galicia, el habla y las costumbres se asemejaban tanto a Galicia, sobre todo en el Bierzo Oeste, que para muchos esta comarca parecía formar parte de aquella región. Este primer capítulo es interesante no sólo la singularidad mencionada, sino por los datos que el autor maneja sobre la algunas costumbres de la zona, la alimentación y la idiosincrasia de los bercianos. Describe con un cierto detenimiento la feria de Cacabelos que «duraba seis días», y en la que se vendía mucho ganado vacuno, caballar y mular especialmente. Justamente una buena mula es lo que desea comprar el canónigo que se detiene varios días en la villa. Habla de Cacabelos como lugar pasajero, y por tanto describe los mesones, en uno de los cuales trabaja la moza. Menciona los magostos, pues cuando Catuxa contaba sólo quince años «de achaque de un magosto, que es un hartazgo de castañas asadas» murieron sus padres dejándola al cuidado de una tía, propietaria de uno de esos mesones. Recuerda Castillo que el viaje a Madrid se hacía entonces por el puerto de Manzanal y que había que llevar el menaje porque eran raros y malos los lugares de alojamiento. En definitiva, creo que ha sido un acierto la reedición de este libro, que aconsejo a todos los leoneses.

tracking