Viggo y Alatriste

NADA endiosado, amable hasta decir basta, Viggo Mortensen, el actor estadounidense que encarnó a Aragorn en la trilogía de El señor de los anillos está demostrando una tenacidad a prueba de bombas y ganas de hacer bien las cosas. Después de los desafíos superados en sus prodigiosas aventuras cinematográficas le quedaba una última prueba antes de convertirse en el capitán Alatriste: andar muy de mañana por las tierras más altas del Curueño en uno de los inviernos más crudos y persistentes de los últimos años para charlar con los vecinos y quedarse con esos matices del acento que le sirvan para recrear un castellano austero y poco contaminado. Empeñado en dar credibilidad a su personaje, intenta cambiar el tono de su limpio y suave español, aprendido durante los años vividos en Argentina, y entreverado de reminiscencias latinoamericanas. Ayer perseveraba en su empeño por Lugueros, ya cerca de Vegarada, a riesgo de congelar el creciente bigote barroco que lucirá en la que se presenta como la producción más cara de la historia del cine español: más de 20 millones de euros. Hablando con el actor de forma distendida resulta difícil imaginarse que se disponga a dar vida a un cruel espadachín a sueldo adornado de tantas cualidades como defectos. Un personaje con tantos matices que, sin duda, se convierte en un reto de primer orden para cualquier actor que se precie. La película no se va a rodar en León pero León anda parejo a la sombra de Alatriste. Porque, según su padre literario, Arturo Pérez Reverte, sus orígenes hay que buscarlos en la montaña leonesa. Suerte Viggo.